EL DIOS AL QUE JOB REVELA

   

“He aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo” (Sant. 5:11).
 
Lectura: 1 Pedro 1:5-7.
 
Job
Job nos revela a un Dios que está contento con nosotros al final de la prueba, a los que hemos sufrido con paciencia como lo hizo Job. Dios no lo reprende de nada. Siempre que habla de él, le da el título “mi siervo Job” (Job 42:7, 9 (¡4 veces!). ¿Por qué tanto énfasis en que Job es su siervo? Porque Job le sirvió fielmente en la tarea más difícil que Dios puede conceder a un hombre, que es sufrir por Él sin entender el porqué. Si lo has hecho, entenderás lo difícil que es hacerlo sin cuestionar a Dios, sin recriminarle nada, sin creer que eres más justo que Él, sin pedirle cuentas. Es mantenerte fiel a Él cuando a todas luces parece que Él no te ha sido fiel a ti.
 
Job es un anticipo de Jesús, quien sufrió la ausencia de Dios cuando todo su ser estaba clamando por Él: “Tengo sed”. ¿De qué? ¡De Dios! “Te necesito. Me muero. Ven. Socórreme. ¿Dónde estás?”. “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Confianza absoluta sin haber recibido respuesta alguna.
 
Por eso dice que Job es justo. El profeta Ezequiel lo reafirma (Ez. 14:14). Solo los editores de algunas ediciones de la Biblia lo dudan. Dios mismo lo tiene por siervo fiel, testigo suyo delante de todos los poderes del infierno. Job es el hombre que venció porque rehusó renegar de Dios a pesar de su aparente abandono de él.
 
Dios
            ¿Y qué de Dios? ¿Cómo es el Dios revelado por Job? No es un Dios que nos deja sufrir y luego se burla de nuestra incomprensión con prepotentes preguntas: “¿Dónde estabas tú cuando hice la creación? Si tanto sabes, ¿puedes controlar la naturaleza?” No. Si humildemente buscamos su sabiduría, nos la concede sin reproche (Stg. 1:5). Si tú lo has buscado de corazón, no tengas miedo de que Dios vaya a recriminar tu ignorancia y torpeza. ¡Dios no es así! Al final de la prueba, Dios se nos viene corriendo con los brazos abiertos diciendo: “¡Lo has logrado! Bien, buen siervo y fiel. Me has servido en lo más difícil. Estoy orgulloso de ti”. Tiene corazón de Padre, no de Juez.
 
            Santiago nos da la clave para la interpretación del libro de Job: el propósito de Dios es ser misericordioso y compasivo. ¿Así has visto a Dios en el libro de Job? Si no, ¡cambia tu interpretación! ¿Lo has visto así en tu vida? ¿Es tu concepto de Él? ¿Te atreves a creerlo? Nos cuesta tanto tener un concepto adecuado de Dios. Dios no es un ogro, un justiciero, implacable, imposible de agradar, insensible a tu dolor, indiferente, distante. No es un exigente Juez esperando que falles para echarte su juicio encima.  Este es el Dios de los amigos de Job, pero no es el Dios de Job, ni el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. Lo juzgamos duramente por el sufrimiento que permite, pero el fin es bueno. Esto es lo que nos dice Job. Por él “hemos visto el propósito del Señor” de mostrarte al final de la dura prueba su infinita compasión e insondable misericordia. Aguanta, hermano, la prueba terminará, y al final el Señor te dará una majestuosa corona de justicia.   

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