UNA LISTA DE EXHORTACIONES

 

“Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan; y que los tengáis en mucha estima y amor por causa de su obra. Tened paz entre vosotros” (1 Tesalonicenses 5:12, 13).

Lectura: 1 Tes. 5:14-24.

            El apóstol Pablo termina su primera carta a la iglesia de Tesalónica con una larga lista de exhortaciones a los hermanos. Esta lista nos sirve para ayudarnos a mantenernos en forma espiritualmente. Al repasarla, podemos notar las cosas que hacemos bien y las cosas en las cuales hemos de trabajar, como una especie de inventario espiritual. 

La responsabilidad de los miembros:  

v. 12, 13. En la iglesia tiene que haber orden y buena relación con los que están en el liderazgo. Tener a los que os presiden y amonestan en mucha estima.
v. 14, 15. Ha de haber un pastoreo mutuo entre todos los miembros de la congregación. Todos hemos de amonestar a los ociosos y a los de poco ánimo, sostener a los débiles y tener paciencia para con todos. En la iglesia no se devuelve mal por mal, sino que hay que ser bueno para con todos.
v. 16-22. Personalmente cada uno tiene que atender a su relación con el Señor:

  • “Estad siempre gozosos” (5:16).
  • “Orad sin cesar” (5:17).
  • “Dad gracias en todo” (5:18).
  • “No apaguéis al Espíritu” (5:19).
  • “No menospreciéis las profecías. Examinadlo todo; retened lo bueno” (5:20, 21).

v. 22. En cuanto a la conducta de todos“Absteneos de toda especie de mal”. Hay que comportarse.  

Lo que hace Dios:

v. 23, 24. “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama, el cual también lo hará”. El Pastor de la iglesia es el Señor Jesús mismo, el “Gran Pastor de las ovejas”. Él asume la responsabilidad para toda la congregación que está bajo su autoridad y está trabajando en cada uno de nosotros para que seamos santos en espíritu, alma y cuerpo, preparados para la venida del Señor Jesucristo. Su meta es muy alta. Él llega donde no puede llegar ningún ser humano, y trabaja en lo más escondido de nuestro ser para hacernos enteramente santificados. Tenemos su promesa: “Fiel es el que os llama, el cual también lo hará”. Mientras nos esforzamos, en esto descansamos.  

    

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