“Esconde tu rostro de mis pecados, y borra todas mis maldades” (Salmo 51:9).
Lectura: Salmo 51:9-19.
Este salmo es un regalo de Dios para el pecador arrepentido que busca palabras para expresar su contrición delante de Dios y esperanza para seguir adelante. El pecador no solamente pide que Dios le perdone sus pecados, sino que los haga desaparecer y que le dé un corazón limpio y lo sostenga con un espíritu noble. Ruega que Dios no lo expulse de su presencia, sino que le asegure que siga siendo salvo y que le renueve el gozo de su salvación. La respuesta del perdón de Dios es tan completa que Dios lo vuelve a usar como mensajero suyo para llevar a otros al conocimiento de Dios. Este pecador perdonado entonces entona cánticos de alabanza a Dios por dejarle participar de nuevo en la edificación de su Reino.
1. Oh Tú que escuchas cuando los pecadores claman,
Aunque todos mis pecados están delante de Ti,
no escondas de mí tu rostro bondadoso,
borra toda mi iniquidad.
2. Crea mi naturaleza pura por dentro,
y forma mi alma adversa al pecado;
no permitas que tu bendito Espíritu se aparte,
ni escondas tu presencia de mi corazón.
3. Un espíritu quebrantado, oh mi Rey,
es toda la ofrenda que traigo;
Tú, Dios Salvador, nunca despreciarás
un corazón contrito como sacrificio.
4. Mi alma yace humillada en el polvo,
Y reconoce como justa tu sentencia;
Mira, oh Señor, con ojos compasivos,
Y salva el alma condenada a muerte.
5. Entonces enseñaré al mundo tus caminos;
los pecadores aprenderán tu gracia soberana;
los conduciré a la sangre de mi Salvador,
y alabarán a un Dios perdonador.
6. Oh, que tu amor inspire mi lengua;
la salvación será todo mi cántico;
y todos mis poderes se unirán para bendecir
al Señor, mi fuerza y mi justicia.
Isaac Watts , 1674-1748
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