“Así que les digo; Vivan por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la naturaleza pecaminosa” (Gálatas 5:16, NVI).
Lectura: Gal. 5:17-21.
Las pasiones de la carne:
Esta lectura nos presenta el tema de la lucha tan grande que hay entre el Espíritu y la carne, más concretamente, entre el Espíritu y los “deseos de la carne con sus pasiones”: “La naturaleza pecaminosa… desea lo que es contrario al Espíritu, y el Espíritu desea lo que es contrario a ella. Los dos se oponen entre sí” (5:17). Lo que sigue es una lista de las pasiones de la carne: “inmoralidad sexual, impureza y libertinaje, idolatría y brujería, odio, discordia, celos, arrebatos de ira, rivalidades, disensiones, sectarismos y envidia; borracheras, orgías…” (5:19-21). Por estos caminos nos arrastran los deseos y las pasiones de la carne, para nuestra destrucción, pues “los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios” (5:21).
La salida:
“Los que son de Cristo Jesús han crucificado la naturaleza pecaminosa, con sus pasiones y deseos” (5:24). La lucha entre la carne y el Espíritu es feroz. La única solución es la muerte a la carne. Pablo ya ha hecho referencia a esta solución en esta carta: “He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí” (2:20). No hay quién pueda controlar estas pasiones. La única solución para ellos es la muerte. Morimos con Cristo a todos estos deseos. Si nos vuelven a presionar, volvemos a la cruz y morimos otra vez. Luego el Espíritu nos resucita: “Si el Espíritu nos da vida, andemos guiados por el Espíritu” (5:25). No hay otra.
La vida en el Espíritu:
En contraste absoluto con la vida carnal está la vida en el Espíritu: “En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio” (5:22, 23). En lugar de discordia, rivalidades, arrebatos de ira y disensiones, está una vida de amabilidad, paz y amor. En lugar de inmoralidad sexual, impureza y libertinaje, está una vida de dominio propio. En lugar de una vida de idolatría y brujería, sectarismos, borracheras y orgías está una vida de fidelidad a Dios. El cambio es brutal y Dios es glorificado por su obra de gracia en la vida de sus hijos.
El eje:
El momento crucial es cuando acudimos a la cruz, impotentes de dominar nuestra carne y horrorizados con los destrozos que ha hecho en nuestras vidas. Nos identificamos con la muerte de Cristo a los deseos de la carne y sus humores. Nos contamos como muertos con Cristo. Resucitamos a una nueva vida en el Espíritu, y los resultados son para la gloria de la gracia de Dios en Cristo Jesús.
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