“Herodes entonces, cuando se vio burlado por los magos, se enojó mucho, y mandó matar a todos los niños menores de dos años que había en Belén y en sus alrededores” (Mateo 2:16).
Lectura: Deut. 6:4-9.
La primera Navidad fue un tiempo de persecución, injusticia y “grande lamentación”. Jesús tuvo que huir para salvar su vida de la espada, y se escapó, pero los demás niños de Belén perecieron. No hay cosa más terrible que matar a un niño indefenso: “Voz fue oída en Ramá, grande lamentación, lloro y gemido; Raquel que llora a sus hijos, y no quiso ser consolada, porque perecieron” (2:18).
Hoy día nuestros niños están en igual peligro, no de muerte física, sino de ser envenenados con las ideas perniciosas y mortíferas de la oleada actual de pensamiento diabólico. El peligro consiste en destruir su capacidad de discernir entre el bien y el mal, que sean corrompidos y llevados a un estilo de vida, no solo sin Dios, pero con un acondicionamiento que los predispone a rechazar a Dios de entrada. Es un crimen darle un lavado de cerebro a un niño pequeño.
A un centro de acogida evangélico, el gobierno ha negado la subvención porque enseñan la Biblia a los niños. A una pareja evangélica que no puede tener hijos se les ha denegado la posibilidad de adopción a causa de su postura bíblica en cuanto a la sexualidad. A unos padres evangélicos les espera multa y cárcel porque no apoyan la desviación sexual de su hijo, y no se les permite tenerle viviendo con ellos. A un padre evangélico no le permiten opinar acerca del sexo de su hija adolescente cuando ella quiere cambiarlo. Y para todos los niños luteranos de Suecia se les presentan una idea distorsionada de Dios para encajar con la mentalidad inclusiva del país. A estos pobres niños les están adoctrinando con ideas falsas acerca del “género masculino” de Dios. No tienen la posibilidad de conocer al Dios verdadero en la iglesia mayoritaria del estado. Y el peor peligro que corren los niños viene cuando los padres no les enseñan las Escrituras en casa desde la más temprana edad. Todos los niños necesitan conocer a Jesús de pequeño de parte de padres que aman al Señor de todo corazón.
¿Qué les pasa a los niños en la guardería? Les enseñan que la familia puede estar compuesta de cualquier combinación de personas. Les enseñan dibujos de familias felices con dos padres o dos madres. Si no existe una ley superior a la humana que determina el bien y el mal, ¿qué impide que un hijo se case con su madre? Hasta los directores de Disney se han conformado con las ideas prevalecientes en su última película en la cual el protagonista es un travestí. ¿Qué defensa tienen los niños pequeñitos contra estas ideas que van a destruir sus mentes, sus vidas y sus espíritus? Los dibujos animados parecen tan inocuos, pero están impregnados con veneno puro.
El día ha llegado en que los padres creyentes tienen que sufrir por su fe. Corren el peligro de que sus hijos los denuncien. Corren el peligro de perderlos. Les pueden caer multas o cárcel. En nuestras iglesias necesitamos orientación sobre estos temas. Hemos de estar orando. Que Dios nos prepare para lo que nos va a caer encima dentro de poco: “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil” (Marcos 14:38). “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes” (Deut. 6:6, 7).
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