“Cado uno de vosotros ame a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido” (Ef. 5:33).
Lectura: Ef. 5:25-33.
El cristianismo, correctamente practicado, tiene la solución para el problema de la violencia de género que afecta tanto a nuestra sociedad. Los cristianos estamos en contra de la violencia de cualquier tipo, incluyendo la violencia de género, tanto la violencia que sufre la mujer, como la violencia que sufre el hombre. Si hay niños en medio, nos preocupa el sufrimiento emocional que les causa y la inestabilidad de la familia que resulta.
Para solucionar cualquier problema hemos de llegar a la raíz. ¿Por qué suelen ocurrir estos incidentes violentos? Hemos observado que la causa suele ser celos por la infidelidad de la mujer, ira por la mentira o el engaño de ella, o por su falta de respeto hacia su persona. Esto es provocado por lo que ella percibe como su falta de amor por ella. Evidentemente hay muchas excepciones.
Cuando surge un problema entre la pareja la respuesta de la mujer suele ser verbal, mientras que la del hombre suele ser física, y teniendo mayor fuerza el hombre, el resultado a menudo es trágico. La mujer se defiende con la boca y el hombre con la mano. Si el hombre no puede ganar la discusión hablando, se frustra y puede recurrir a la violencia.
Hemos dicho que la violencia de género suele tener una de estas tres causas: infidelidad sexual, engaño, o falta de respeto. El cristianismo tiene la solución para las tres, si uno lo practica, porque la Biblia dice: “No cometerás adulterio”. El matrimonio comenzó cuando los dos prometieron absoluta fidelidad el uno al otro. La Biblia también dice a los solteros: “Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca. ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” (1 Cor. 6:18, 19). La fornicación es el sexo fuera del matrimonio. En cuanto a la mentira y el engaño, la Biblia dice: “Desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo… Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo” (Ef. 4:25, 26). Y de la falta de respeto dice: “la mujer respete a su marido” (Ef. 5:33). Si el hombre ama la mujer como a sí mismo, y si la mujer respeta a su marido, no puede haber violencia de género.
Tristemente reconocemos que los matrimonios cristianos también sufren esta mala función que adolece la sociedad. Esto es porque en las estadísticas constan como cristianos todos los que profesan serlo, pero estas no pueden reflejar lo que hay en el corazón de cada persona, si realmente ama a Dios, o solo es miembro de una iglesia. Esto se ve por su obediencia a la Biblia. Un verdadero amor a Dios, juntamente con respeto a su Persona y su Palabra, elimina efectivamente la violencia. Una sociedad que rechaza a Dios tiene muy difícil la solución de este problema tan grave.
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