LA IDENTIDAD DEL NIÑO DE BELÉN

 

“Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios” (Lucas 1:35).
 
“Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor. Esto os servirá de señal; Hallaréis al Niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, y a la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” (Lu. 2:8-14).
 
Lectura: Lucas 2:8-20.
 
Cristianos, ¡despertad! Saludad el feliz amanecer cuando el Salvador del mundo nació;
Levantaos para adorar el misterio de amor, que miríadas de ángeles cantaban en lo alto;
Con ellos comenzaron las noticias gozosas de Dios encarnado, el Hijo de la Virgen.
Entonces a pastores vigilantes les proclamó la voz del ángel heraldo:
He aquí, traigo buenas noticias del nacimiento de un Salvador para vosotros y para todas las naciones del mundo.
 
Este día Dios ha cumplido su promesa, este día ha nacido un Salvador, Cristo el Señor.
Él cesó y en seguida el coro celeste rompe en himnos de gozo antes desconocidos;
Cantan las alabanzas del amor redentor, y toda la órbita del cielo con aleluyas resuena; Gloria a Dios en las alturas fue su himno, paz sobre la tierra, y a los hombres, buena voluntad.
 
Derecho a Belén corrieron los iluminados pastores para ver la maravilla que Dios había hecho para el hombre,
Y encontraron con José y con la bendita Doncella, Su Hijo, el Salvador, en un pesebre;
Asombrados, estos primeros mensajeros de su fama infantil proclaman la asombrosa historia.
 
Que nosotros, como María, reflexionemos en el amor asombroso de Dios al salvar a la humanidad perdida;
Tracemos el camino del Niño, desde su pobre pesebre hasta su amarga Cruz, poniendo al revés nuestra perdición; Y sigamos sus pasos, asistidos por su gracia, hasta alcanzar el primer estado celestial del hombre.
 
Entonces, redimidos, podremos esperar entonar, rodeados por tronos angelicales, un feliz cántico triunfal;
Él que nació en este día gozoso manifestará su gloria alrededor nuestro;
Salvos por su amor, cantaremos alabanzas eternas al Rey Omnipotente del Cielo. 
                                                          
John Byrom, 1692-1763

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