“He aquí os doy nuevas de gran gozo” (Lu. 2:10).
Lectura: Lucas 2:8-11.
Según el diccionario, la palabra inglesa “gay” significa “alegre, vistoso”. Se refiere a la persona jovial, risueña, contenta y de buen humor. La jovialidad se asocia con fiestas, risa, diversión y el pasarlo bien. Una persona “gay” cuenta chistes y está feliz y es divertida de forma contagiosa y pone a otros de buen humor. Aporta una felicidad superficial. Este siempre había sido el significado de la palabra hasta los años 60 cuando lo adoptó el colectivo “gay” para significar su estilo de vida. El mundo lo ha aceptado plenamente, no solo su estilo vida, sino que también su mentalidad de fiesta, diversión y alegría como sustituto del gozo, que cuesta mucho más conseguirlo.
Una persona del mundo raras veces experimenta gozo. Este se define como una profunda satisfacción interior, normalmente producida por el logro de un deseo, o un acontecimiento muy especial, como el nacimiento de tu primer hijo, una declaración de amor, el día de tu boda, ganar una medalla, la proclamación de paz después de una larga guerra, el conseguir un título, el día de tu liberación de la cárcel. Son momentos excepcionales y puntuales, y la sensación es pasajera. Las “nuevas de gran gozo” del ángel se debieron al nacimiento de un Niño que iba a traer salvación, pero el gozo que proporcionaron fue pasajero. Es una información que alegra el alma, pero la cristiandad la ha sabido ya durante dos mil años y, en términos generales, no está gozosa.
Hace falta algo más que saber que el Salvador ha nacido para tener un gozo permanente, hace falta recibirlo como Salvador, y, a continuación, recibir su gozo. No todos los que han recibido la salvación de Dios tienen gozo, pero los que viven en el gozo de Dios, sí. Jesús oró: “Hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos. Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo” (Juan 17:13, 14). El mundo puede tener jovialidad, o un gozo puntual, pero el gozo de Dios es permanente, porque es precisamente esto: “el gozo de Dios”. Es la sensación de satisfacción profunda que Dios siempre tiene. Es parte de su naturaleza. No es producida por circunstancias externas. Es el gozo que tiene en ser Él. Es el gozo en la comunión entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Es el gozo en su brillante plan para el universo. Es el gozo en su triunfo final. Es el gozo en la vida que ha conquistado la muerte. Es el gozo en el Hijo que tiene. Y es el gozo del Espíritu Santo. Este es el gozo suyo propio, el que Dios nos da por su Espíritu cuando Éste llena un corazón limpio: “Vuélveme el gozo de tu salvación” (Salmo 51:12). El gozo de nuestra salvación viene porque un Salvador nos ha nacido y lo hemos recibido y nos ha salvado y nos ha llenado del gozo de Dios.
“Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del espíritu Santo” (Romanos 15:13).
Copyright © 2024 Devocionales Margarita Burt, All rights reserved.