EL AMOR DE DIOS (4)

 

“Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquél que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Rom. 8:35-39).

Lectura: Rom. 8:30-34.

            El amor de Dios siempre puede llegar a nosotros; no importa el obstáculo, el amor lo vence. No hay nada que pueda frenar el amor de Dios, o bloquearlo, o pararlo. Siempre me llega, sostiene, y apoya. Sentirme amado por Dios me da poder para superar lo que sea. Me da fuerzas para seguir adelante.

            De la misma manera que Jesús atravesó la roca delante de su tumba para salir de ella y la roca no fue un obstáculo para bloquear su salida, el amor de Dios traspasa todo obstáculo y me llega. No hay ocurrencia, ni persona, que pueda interponerse entre Dios y yo. De manera que soy “más que vencedora por medio de aquel que me amó”. ¡Aleluya!   

            Vamos a volver a leer lo que dice Pablo: “Quién os separara del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquél que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”. Pablo pasó por atentados contra su vida y en medio de todo lo peor se sintió amado por Dios. Perdió amistades y sufrió abandonos sin sentirse solo, porque el amor de Dios lo consolaba. En medio de peligros en desiertos y mares, aun pasando hambre y sed sentía el amor de Dios por él. Siendo torturado el amor de Dios por él lo sostenía y le daba esperanza. En la cárcel Dios lo acompañaba con su amor. Y en alta mar, naufragado…

El amor de Dios es como un poderoso río que nada, ni nadie puede parar. En la oscuridad de la noche, nadando en el agua helada, el amor de Dios llegó a él. No había nada que le pudiese hacer sentir que Dios no lo amaba. El amor de Dios es como un océano en su profundidad. Su poderosa corriente me lleva y me lleva hacia mi glorioso descanso en el hogar eterno.

Oh, el profundo, profundo amor de Jesús
Vasto, inmenso, ilimitado, libre
Rodeándome como un poderoso océano
En su plenitud sobre mí
Debajo de mí, a mi alrededor
Está la corriente de Tu amor
Guiándome hacia adelante, guiándome hacia casa
A Tu glorioso descanso arriba.

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