TRES RÍOS

 

Todas mis fuentes están en ti” (Salmo 87:7).
 
Lectura: Salmo 87:1-7.
 
Los ríos de este mundo:
 
            Todos los ríos de este mundo tienen su origen en Dios. Él hace que llueva. El agua baja del cielo y alimenta los arroyos que crecen para formar ríos que dan de beber a los animales: “Tú eres el que envía las fuentes por los arroyos; van entre los montes, dan de beber a todas las bestias del campo; mitigan su sed los asnos monteses. A sus orillas habitan las aves de los cielos; cantan entre las ramas” (Salmo 104:10-12). Dependemos absolutamente de Dios para sobrevivir. Si no llueve, a la larga no hay agua en el grifo, los campos se secan, no hay pastos para los animales, y toda la creación nos morimos de hambre y de sed.
 
El río de la salvación:
           
            Lo que es cierto en el terreno físico, también lo es en el terreno espiritual; toda vida procede el Él, tanto física como espiritual. El río salvador fluye del costado abierto del Calvario: “Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua” (Juan 19:34). Este río de sangre es lo que me limpia de toda mi maldad. Sin él me moriría condenado por mi pecado.
 
El río de la santificación:
 
            El río del Espíritu tiene su origen en Dios. Fluye de Aquel que está sentado en el Trono: “Y me mostró un río de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero” (Ap. 22:1). Y si Dios no envía continuamente su Espíritu desde el Trono, morimos. Su Espíritu Santo que baja del cielo nos refresca y nos aviva. Alimenta nuestro espíritu. Trae consigo la esencia de lo que es Dios: su poder y fuerza, su vida, amor, paz, paciencia, dirección, consuelo y salud. 
 
            Sin estos tres ríos que tienen su origen en Dios, no hay vida, ni física, ni espiritual. Toda vida depende absolutamente de Él.  Estoy sucia, me sumerjo en el río de sangre y me limpio; estoy débil, bebo del río del Espíritu y me reanimo; tengo sed, y abro el grifo y el agua que bebo procede de Dios. Todas mis fuentes están en Él.
  
 
     
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