“Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra. Servid a Jehová con alegría; venid ante su presencia con regocijo” (Salmo 100:1-2).
Lectura: Salmo 100:1-5.
Este es un salmo muy animoso. Hemos de alabar al Señor con cánticos alegres, servirle con alegría y presentarnos delante de Él con regocijo. Todas estas actividades: alabar, cantar, servir y orar, van acompañadas con emociones positivas; y luego el salmo nos da los motivos para estar felices, y ninguno de ellos tiene que ver con nuestras circunstancias, sino con cómo es Él. Esto está muy bien, porque nuestras circunstancias fluctúan, pero Dios es constante; siempre es bueno, y siempre es misericordioso. Nuestro regocijo está en Dios mismo, no en lo que nos pasa.
“Reconoced que Jehová es Dios”. Esto significa que todo lo sabe, todo lo puede, y está en todos los lugares en todo tiempo para hacer lo bueno y lo misericordioso. No hay ninguna situación demasiado difícil para nuestro Dios. No hay ninguna persona demasiado depravada que Dios no la pueda cambiar. Somos suyos y Él asume la responsabilidad de cuidar de lo suyo: “Él nos hizo, y no nosotros mismos; pueblo suyo somos, y ovejas de su prado”. Somos la creación de sus manos, no de la evolución, hechos de sus manos, no de la palabra de su boca como el resto de la creación. Tenemos su toque personal.
Con esta confianza en Dios nos acercamos a Él “con acción de gracias, por sus atrios con alabanza”; lo alabamos y bendecimos su nombre, porque “Jehová es bueno”. Es bueno en todo lo que hace, todo lo que permite, y todo lo que no hace. Su motivación en su trato con nosotros siempre es buena. Dios no es arbitrario, mezquino, cruel, caprichoso, o indiferente. Es bueno. Es bueno para con todos, con los buenos y con los malos, y todo su trato para con nosotros es misericordioso. Nos da mucho más de lo que merecemos, y no todo lo malo que merecemos.
“Y su verdad (permanece) por todas las generaciones”. Su Palabra es verdad. Con Dios no hay engaño. No hay decepción, y no hay mentira. No promete sin cumplir sus promesas, y todas ellas son verdad. En el mundo encontramos mentira por todas partes; la gente nos engaña; pero Dios es sincero, honesto, fiel y veraz en todo lo que dice y hace. ¡Qué refrescante refugiarnos en su verdad!
Aquí en este salmo tenemos el combustible para el fuego de nuestra alabanza. Y nuestra calurosa alabanza levanta nuestro ánimo con nueva esperanza en su bondad y misericordia.
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