NUESTRA SANTIFICACIÓN

 

“Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo” (1 Tes. 5:23).

Lectura: 1 Tesalonicenses 5:16-24.

            Como en tantas enseñanzas bíblicas, hay una parte que es nuestra responsabilidad y otra parte que corresponde a Dios. Esto es cierto en cuanto al tema de nuestra santificación. Unos textos hablan de lo que nosotros tenemos que hacer para crecer en santidad de vida, en dedicación al Señor y obediencia a su palabra; y otros textos nos aseguran que lo hará Dios. En este pasaje que tenemos delante, figuran las dos partes.  

Nuestra Parte:

  1. “Estad siempre gozosos” (5:16)Gózate en Dios.
  2. “Orad sin cesar” (5:17). Que tu casa sea casa de oración.
  3. “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” (5:18). Dios está obrando en todo para bien. Dale las gracias por fe.  
  4. “No apaguéis al Espíritu” (5:19). Sé sensible a la voz del Espíritu dirigiéndote en todo momento, obedécele.
  5. “No menospreciéis las profecías” (5:20)Hazle caso al hermano que te habla de parte del Señor.  
  6. “Examinándolo todo; retened lo bueno” (5:21)No lo sabemos todo. Ten la disposición de aprender lo que se te presenta, y queda con lo bueno.   
  7. “Absteneos de toda especie de mal” (5:22)La persona buena no deja lugar de duda en cuanta lo que hace. Aparenta ser buena, y lo es. Su testimonio es intachable.   

La parte de Dios:
“Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”. Nosotros ponemos de nuestra parte y Dios pone de la suya. Él está siempre obrando en todas las cosas para conformarnos a la imagen de Jesús.

La santificación completa incluye:

  1. La espiritualidad.
  2. La vida emocional.
  3. Nuestra vida física.  

No solo hemos de tener una teología correcta, con buena doctrina, sino que también hemos de ser santos y correctos en nuestras emociones, en nuestras respuestas a lo que nos ocurre; también en lo que hacemos, que incluye nuestra manera de vestirnos, de hablar con la gente, de comer, en la sexualidad, en el descanso y en nuestro trabajo. “Fiel es el que os llama, el cual también lo hará” (5:24). ¿Quién lo hace? Los dos. 

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