“Pero acerca de los tiempos y de las ocasiones, no tenéis necesidad, hermanos, que yo os escriba, porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá como ladrón en la noche” (1 Tesalonicenses 5:1, 2).
Lectura: 1 Tes. 5:1-6.
Pablo aquí está haciendo un juego de palabras con “día y noche”, “oscuridad y luz”. El “día” vendrá en medio de la “noche”. Cristo vendrá “como ladrón en la noche”. Claro, no vemos venir al ladrón, porque es oscuro y nos sorprende. Pero esta no es la situación de los creyentes en cuanto a la venida de Jesús. Para los del mundo, vendrá cuando no lo esperan, pero para nosotros, no. Los cristianos vemos las señales de su venida, porque no vivimos en la oscuridad en la que está envuelto el mundo, sino en la luz de Dios y sus Escrituras. Nuestros ojos están abiertos: “Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón, porque vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas” (5:4, 5). El apóstol está diciendo que nosotros los creyentes vamos a ver perfectamente cómo las cosas se preparan para la venida del Señor y estaremos preparados. Para nosotros no va a ser ninguna sorpresa.
“Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios” (5:6). Pablo está diciendo que estemos al tanto, que estemos preparados. Como vivimos en el día, vemos cómo las cosas se preparan para su venida. Lo que vemos es que la Iglesia nunca ha sido tan perseguida a nivel mundial como ahora. Por otro lado, hay dos guerras en proceso que podrían escalar a nivel mundial. Por otra parte, la maldad ha incrementado a niveles insospechables para nuestros abuelos. La justicia declina y el pecado aumenta. Todo esto lo estamos viendo claramente los creyentes. Los inconversos, no. Ellos piensan que las cosas van a continuar como siempre.
El apóstol Pedro añade: “El día del Señor vendrá como ladrón en la noche en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurando la venida del día de Dios!” (ver 1 Pedro 3:10-12, RV60 y BTX). Apresuramos su venida por medio de la extensión del evangelio, para completar el número de los escogidos. Aprovechemos los días que quedan todavía antes de que se presente aquel Gran Día. Podríamos nosotros ser la última generación antes de la venida del Señor. Velemos pues, en santidad de vida, proclamando el evangelio hasta que Él venga.
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