CREADOS PARA SU GLORIA

 

“Porque a mis ojos fuiste de gran estima, fuiste honorable, y yo te ame… No temas, porque estoy contigo; del oriente traeré tu generación, y del occidente te recogeré. Diré al norte: Da acá; y al sur: No detengas; trae de lejos mis hijos, y mis hijas de los confines de a tierra, todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, y formé y los hice” (Is. 43:4-7).
 
“Este pueblo he creado para mí; mis alabanzas publicará” (Is. 43:21).
 
Lectura: Is. 43:1-4.
 
¿Por qué quiere Dios mantenerse fiel a un pueblo tan malo? Porque los creó para su gloria, ¡y Él hará que lo glorifiquen! ¡Porque los escogió para sí mismo y no renuncia a su pretensión de ser su Dios! Son suyos, esta nación de gente rebelde, terca, tozuda y sorda, ¡y los ama! “Ahora pues, oye, Jacob, siervo mío, y tú, Israel, a quien yo escogí. Así dice Jehová, Hacedor tuyo, y el que te formó desde el vientre, el cual te ayudará. No temas, siervo mío, Jacob, y tú, Jesurún, a quien yo escogí” (Is. 44:1-2). ¡Dios los escogió, son sus siervos y Él hará lo que haga falta para que terminen sirviéndole! Esta es la maravillosa fidelidad de Dios, su amor no cambia aun cuando somos rebeldes, perversos y malos. Por eso atesoramos estos versículos, porque son promesas llenas de gracia. Son para nosotros y para nuestros hijos, aunque ellos estén lejos de Dios, perdidos en caminos de perversidad. Su gracia los alcanzará. Es incomprensible, más maravillosa de lo que nuestra mente puede abarcar, pero Dios es así. Este es nuestro Dios. Es el Dios de toda gracia.
 
            Amada hermana, vamos a mirar a este pasaje con ojos de madre. Dios creó a tus hijos para su gloria, y será glorificado en ellos. Punto. No cambian sus propósitos, porque son eternos. Cuando Dios decide hacer algo, lo hace, a pesar de todos los contratiempos u obstáculos que puedan intervenir, a pesar de todo lo que haga el diablo, y a pesar del pecado de tu hijo. Lo creó para su gloria y se glorificará en él. Aquí en estos capítulos lo tenemos. Israel estaba en rebeldía, apartado de Dios, entregado a sus malos caminos, pero Dios había creado esta nación para su gloria. Por tanto, lo juzgó, lo disciplinó y lo mandó al exilio, pero al final lo restauró y lo bautizó con su Espíritu, y el pueblo terminará siendo hermoso para su gloria; ¡Será un hermoso ejemplo de su insondable gracia! Y hará lo mismo con cada uno de sus hijos: “Mi Espíritu derramaré sobre tu generación, mi bendición sobre tus renuevos; y brotarán entre hierba, como sauces junto a las riberas de las aguas. Este dirá: Yo soy de Jehová; el otro se llamará del nombre de Jacob, y otro escribirá con su mano: A Jehová, y se apellidará con el nombre de Israel” (Is. 44:3-5).
 
Y el colofón es: “Lo que yo hago, ¿quién lo estorbará?” (Is. 43:13).


 
     
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