“Porque deseara yo mismo (Pablo) ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne (los judíos); que son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas; de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén” (Rom. 9:3-5, R. V.).
Lectura: Romanos 9:1-5.
Esto de amados lo decimos con toda sinceridad porque tienen gran celo por Dios y su Palabra.
Si leemos el mismo pasaje en su traducción del Nuevo Mundo reza así la última parte: “a quienes pertenecen los antepasados y de quienes [provino] el Cristo según la carne: Dios, que está sobre todos, [sea] bendito para siempre. Amén” (Romanos 9:5, N. M.). Esta traducción es admisible, pero no encaja bien en el contexto. Para explicar esto tenemos que tocar varios puntos. Hay que recordar que, antiguamente, se escribía sin puntuación y sin incluir el verbo “ser”. Para una versión moderna, los traductores tienen que añadir el verbo y la puntuación. El texto de la segunda parte de nuestro versículo, traducido literalmente, dice: “de quienes el Cristo según la carne el que sobre todas las cosas Dios bendito por los siglos amén”. Este texto se presta a tres lecturas distintas, según donde colocamos el verbo “ser” y la puntuación:
- Cristo…el que está sobre todas las cosas, es Dios bendito por los siglos.
- Cristo…es el que está sobre todas las cosas. Sea Dios bendito por los siglos.
- Cristo. Dios, el que está sobre todas las cosas, sea bendito por los siglos.
Lo que creemos es lo que debe determinar la interpretación no es un prejuicio teológico previamente establecido, sino varios otros factores:
- El contexto de la cita.
- Otros textos bíblicos paralelos o similares.
- Cualquier consideración lingüística oportuna.
El contexto es una lista de los privilegios que tuvieron los judíos que son los siguientes: su nombre de “israelitas”, la adopción, la gloria, los pactos, la ley, el culto, las promesas, los patriarcas y el Cristo, según la carne. Cristo tuvo una preexistencia eterna. Nosotros creemos que el privilegio más grande que tuvieron los judíos es el último, el que culmina la lista, el de ser los progenitores del Cristo según la carne ¡quien es Dios sobre todas las cosas! Este privilegio es enorme. Si Cristo solo fuese el Mesías, sería un privilegio menor. Puesto que los judíos lo rechazaron como ambas cosas, Pablo tuvo “gran tristeza y continuo dolor en su corazón” (Rom. 9:2) y no habría dicho: “Sea Dios bendito por los siglos” en este contexto. Más bien habría dicho que el que rechazaron los judíos resultó ser el que es Dios bendito por los siglos, un rechazo mucho más contundente y trágico, y causa de enorme tristeza, porque rechazándolo a Él, rechazaron a aquel que es su Dios. Es por este motivo que defendemos nuestra traducción que establece la divinidad de Cristo. Gracias por vuestra consideración de este texto.
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