UN CÁNTICO AL SEÑOR

 

“Yo soy el hombre que ha visto aflicción bajo el látigo de su enojo. Me guio y me llevó en tinieblas, y no en luz. Ciertamente contra mí volvió y revolvió su mano todo el día… Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad. Mi porción es Jehová, dijo mi alma; por tanto, en él esperaré” (Lam. 3: 1-3 y 22-24).

Lectura: Lam. 3:1-18.

  1. Oh Dios eterno, tu misericordia

      Ni una sombra de duda tendrá;
      Tú compasión y bondad nunca fallan
      Y por los siglos el mismo serás.

                  Oh tu fidelidad, oh tu fidelidad,
                  Cada momento la veo en mí.
                  Nada me falta pues todo provees.
                  ¡Grande, Señor, es tu fidelidad!

  1. Sé tú mi protector en la batalla.

      En la tormenta, oh Dios, cuida de mí.
      Acuérdate, Señor, de mi amargura;
      Toda mi angustia la traigo ante ti.

3.   Extiéndeme, Señor, tu fuerte mano
            Cuando me hundo en mar de aflicción.
            Sé tú mi salvador, tú mi refugio,
            Tú mi esperanza y tú mi porción.

4.   Si Dios aflige, también da su gracia.
            Cuando castiga, él busca mi bien.
            Bueno es el Señor a los que lo aman.
            Aun en la prueba él siempre es fiel.

5.  Tú me perdonas, me impartes el gozo,
            Tierno me guías por sendas de paz;
            Eres mi fuerza, mi fe, me reposo,
            Y por los siglos mi Padre serás.

Himno bien conocido, pero ampliado por David F. Burt de acuerdo con Lamentaciones 3.
 

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