NUESTRAS TENTACIONES

 

“Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (Heb. 4:16).
 
Lectura: Heb. 4:14-16.
 
            Jesús fue tentado como nosotros, y, por lo tanto, nos entiende en nuestras tentaciones. ¿Es cierto? ¿Hemos sido tentados a convertir piedras en pan, a tirarnos del templo y a adorar a Satanás? Parece que sus tentaciones son de otra clase. Cada uno es tentado según su nivel de espiritualidad. Si todo nuestro deseo es vivir fielmente dentro de la voluntad de Dios, nuestras tentaciones se asemejarán a las suyas. En tal caso nuestras tentaciones girarán en torno a lo que es la voluntad de Dios y lo que no lo es. La mayor tentación es discernir esta voluntad y reconocer a otros caminos, que parecen ser la voluntad de Dios, como tentaciones. Lo más difícil de la tentación no es rehusarla, sino reconocerla. ¡La tentación que se presenta con el diablo vestido de rojo con cuernos, no es tentación! El problema con la tentación es que nos viene disfrazada como “El Camino”: “Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte” (Prov. 14:12). El poder de la tentación es el engaño. Sin el discernimiento del Espíritu Santo la tentación cuela como “el camino de Dios”.
 
            ¿Cuál fue la mayor tentación de Jesús? La de pensar que las profecías acerca de su segunda venida se iban a cumplir en la primera, o sea, que había venido para reinar sobre el trono de David su padre. ¿No fue esto lo que el ángel dijo a María? ¿Cuál es el papel del Mesías, reinar o morir?  Hay una serie de profecías que indican que el Mesías reinará (Salmo 2) y otras que hablan de su muerte (Is. 53). ¿Cómo se casan? Sus tentaciones al principio de su ministerio consistían en caminos para evitar la Cruz (Mat. 4). Hasta en Getsemaní, Jesús oró para averiguar que la Cruz sí era el camino. En la misma Cruz sonó la voz del tentador: “Si eres el Hijo de Dios, baja de la Cruz”. ¿El Padre quería que demostrara su divinidad haciendo este milagro?
 
            Vamos a retroceder un poco. Para algunos es chocante pensar que Jesús tuvo que luchar para discernir el camino de Dios para su vida. Las Escrituras parten de la base de que “fue tentado” (Heb. 4:16), que se hizo hombre y fue tentado en todo “según nuestra semejanza” (Heb. 4:16). No vino programado como un ordenador. Fue hombre y fue tentado. ¿Cómo sabía Jesús cual era el plan del Padre para su vida? Igual que nosotros: por la Palabra de Dios y la voz del Espíritu Santo. Por eso Él nos puede servir de modelo.
 
            ¿Cuál es nuestra mayor tentación? Encontrar el camino de Dios para nuestra vida, distinguirla de los caminos de este mundo. Los caminos de este mundo buscan el éxito, la autorrealización y la felicidad. El camino de Dios, en cambio, es estar crucificado al mundo y el mundo a nosotros (Gal. 6:14). Si tú estás luchando y piensas que cierto camino no puede ser la voluntad de Dios para ti porque aporta sufrimiento, humillación y rechazo, ¡abre tus ojos! ¡Así es el camino de Dios! ¡Así fue para Jesús! El propósito de tu vida no es la felicidad, sino la santidad, y el camino de la santidad es el camino de la cruz, es tomar tu cruz y seguirlo, es el camino por donde pasó Cristo. Que Dios nos ayude en nuestras tentaciones a discernir el camino por el cual debemos andar.      
 

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