NUESTRA HORA FINAL

 

“Los días de nuestra edad… pronto pasan, y volamos” (Salmo 90:10).
 
Lectura: Salmo 90:14-17.
 
Aquí tenemos dos himnos acerca de la muerte, uno se dirige al creyente y el otro al inconverso, para mostrarle el camino de la salvación:
 
Alma mía, la hora final vendrá, se apresura
Para llevar este cuerpo a la tumba, a Ti, Señor,
y a visiones hasta ahora desconocidas.
 
Mi cuerpo, cansado de luchar con dolencias,
Suspirará y desvanecerá,
Y Tú cerrarás mis ojos a la luz de este mundo.
 
¿De dónde en aquella hora, recibiré alivio del dolor?
No hay ser humano que pueda ayudarme; sólo Tú.
 
Gran Rey de la naturaleza y de la gracia, a ti vuela mi espíritu,
De los dolores profundos de la muerte y sus inquietudes,
En plena vista de tus ojos de compasión.   
 
Oh, séllame por medio del poder de tu amor,
Que la oscuridad ya no encubra mis ojos,
Y que mi vista sea convertida en alabanzas.
 
Philip Doddridge, 1702-51
 
 
A menudo suena la campana de la iglesia anunciando la partida de un alma,
Al oírla, me pregunto, si Dios me llamase, ¿estaría yo preparado para morir?
 
Un solo y frágil respiro pasadero me separa de las fauces de la muerte;
Tan pronto que pase, ya no estoy, y paso a un mundo hasta ahora desconocido.
 
Entonces, dejando lo que amo aquí, me presento delante del tribunal de Dios
Para oír al Juez pronunciar mi destino, y designarme a mi estado eterno.
 
Señor Jesús, ayúdame ahora a huir, y buscar mi esperanza solo en Ti;
Aplica Tu sangre, dame tu Espíritu, quita mi pecado, y déjame vivir.
 
Entonces, salvo de mi culpa, cuando oiga de la muerte de alguien, no tendré temor,
Ni me preocupará el pensar que el próximo para partir pueda ser yo.
 
John Newton, 1725-180


 
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