CUANDO EL MALO SALE GANANDO

 

“No te alteres con motivo del que prospera en su camino, por el hombre que hace maldades. Deja la ira, y desecha el enojo” (Salmo 37: 7, 8).
 
Lectura: Salmo 37:7-13.
 
            Una familia que conocemos bien está pasando por juicios para determinar la custodia de los niños. El padre resultó ser un delincuente, pero se escapó de la justicia porque es embaucador, y ahora va ganando en otro juicio para la custodia compartida de los hijos. Es un actor dramático, embustero, mentiroso patológico, inmoral y ladrón. La injusticia clama al cielo, y el Cielo ha oído, pero detiene hacer justicia ahora por motivos que desconocemos. Este salmo se dirige directamente a situaciones como esta.
 
En cuanto al hombre malo:
            De momento parece que se sale con la suya. Sus mentiras convencen. Se enriquece a expensas del justo, pero pronto perecerá. Por tanto, “No te impacientes a causa de los malignos, ni tengas envidia de los que hacen iniquidad, porque como hierba serán pronto cortados y, como la hierba verde, se secarán” (37:1). Hay que tener paciencia en estas situaciones, en unos casos durante meses, y en otros, hasta el Día del Juicio Final. “Maquina el impío contra el justo, y cruje contra él sus dientes; pero el Señor se reirá de él; porque ve que viene su día” (37:12, 13). Hemos de cultivar la vista a largo plazo que tiene Dios. Nadie se escapa del juicio de Dios.  
 
En cuanto al justo que sufre injusticia: 
            Aquí hay muchas instrucciones para los que sufrimos abusos a manos de hombres perversos. Hemos de “Confiar en Jehová, y hacer el bien”, cuidando de no caer en la tentación de dar mal por mal. “Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará” (37:5). Esto requiere una confianza en Dios a largo plazo. “Guarda silencio ante Jehová, y espera en él” (37:7). Guardar silencio es difícil, porque queremos decirle al Señor lo que debe hacer. Hemos de ponernos en la presencia de Dios sin decir nada. Él oye nuestros silencios. “¡Ya no sigas enojado! ¡Deja a un lado tu ira! No pierdas los estribos, que esto sólo trae daño. Pues los perversos serán destruidos” (37:8, 9, NTV). “Pronto los perversos desaparecerán; por más que los busques, no los encontrarás. Los humildes poseerán la tierra y vivirán en paz y prosperidad” (37:10, 11, NTV). ¿Cuándo? El cumplimiento literal de este texto será cuando vuelva el Señor y empiece su reino de justicia, pero la paz y la prosperidad interna son inmediatas cuando dejamos nuestro caso en manos de Dios y confiamos en su justicia, en su tiempo. Notemos que este salmo dice más acerca del creyente que acerca del perverso, porque lo que más le preocupa a Dios es que no caigamos en pecado debido al injusto. El juicio del malo no es inmediato, para darnos tiempo a ordenar nuestra mente y corazón hasta el punto en que podamos orar por la salvación de esta persona que nos ha hecho tanto daño para que la mayor injusticia posible se efectúe, que es que ¡Dios lo perdone y lo salve! Esto solo es posible porque Jesús pasó la injusticia de cargar con nuestros pecados en nuestro lugar para que Dios pudiese perdonarnos a nosotros. Tenemos un Dios maravilloso, quien hace sus maravillas en medio de las mayores de las injusticias. Alabado sea su Nombre.


 
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