“Decid a los de corazón apocado: Esforzaos, no temáis; he aquí que vuestro Dios viene con retribución, con pago: Dios mismo vendrá, y os salvará” (Isaías 35:3, 4).
Lectura: Isaías 35:1-10.
Dios mismo sí que vino, y sí que los salvó, pero no como ellos esperaban. No vino en toda su gloria y no los salvó políticamente. Tampoco estableció Israel como cabeza de las naciones. Vino un Hombre humilde de la parte más despreciada de Israel, y sí que los ciegos cobraron la vista, y los sordos oían, y los cojos fueron sanados, pero no se convirtió el mundo en un paraíso. Sí que se estableció el Camino de Santidad, pero no huyeron la tristeza y el gemido. El pueblo de Dios y el mundo entero sigue sufriendo. ¿Entonces qué? Jesús fue la mitad de un Mesías? Qué difícil fue para Juan el Bautista, y qué difícil es para nosotros cuando pensamos que Dios va a hacer una cosa y hace otra. Cuando no entendemos lo que Dios no ha hecho, hemos de mantenernos firmes en la fe y no tropezar.
Notarás que el consuelo que Dios está ofreciendo a su pueblo es para el futuro. El consuelo de Dios viene en forma de esperanza. Sin esperanza no se puede vivir. Les da una maravillosa esperanza de justicia, retribución, restauración, de la salvación del hombre y de la naturaleza, del final de todo sufrimiento y del comienzo del gozo perpetuo. ¿Esto te consuela? ¿O necesitas tener esto ahora mismo para ser consolado?
Si ahora mismo tu corazón está de luto, si muchas cosas te han decepcionado, si la injusticia te ha alcanzado y el lloro te acompaña, ¿puedes recibir el consuelo que Dios te ofrece? Un día, todo será como tú quieres, como Dios ha prometido, pero ahora no. Ahora el enemigo está haciendo estragos en este mundo y parece que Dios no hace nada para acabar con el sufrimiento, pero ahora mismo tienes lo suficiente para consolarte. Dios vino a este mundo. Jesús es Emanuel, “Dios con nosotros”. Está contigo. Te ha redimido en la cruz del Calvario y te ha salvado de tu pecado. El Espíritu Santo ha venido y te ha puesto en el Camino de Santidad y siempre que andes por este camino estarás seguro: “Y habrá allí calzada y camino, y será llamado Camino de Santidad; no pasará inmundo por él, sino que él mismo estará con ellos; y el que anteviera en este camino, por torpe que sea, no se extraviará. No habrá allí león, ni fiera subirá por él, ni allí se hallará, para que caminen los redimidos” (35:8, 9). El león, Satanás, no puede destruirte siempre y cuando estés en el Camino de la Santidad. Y allí recibirás la dirección que necesitamos en la vida. Dios nos ha dado una grandísima esperanza para el futuro y su presencia con nosotros para ayudarnos con el fin de que no tropecemos en el presente.
“Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste (cuando el Mesías vuelva) seremos semejantes a él, porque le veremos tal como es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro” (1 Juan 3:2, 3). Nuestra esperanza es brillante, y nos consuela.
Copyright © 2024 Devocionales Margarita Burt, All rights reserved.