TODA BUENA DÁDIVA

“Toda buena dádiva y todo don perfecto viene de lo alto, desciende del Padre de las luces, con el cual no hay cambio ni sombra de variación” (Santiago 1:17).
 
Lectura: Santiago 1:16-18.
 
            Dios sólo da buenos dones. Hemos de esperar buenas cosas de su mano, no tener la actitud que solo podemos esperar una cosa mala tras otra, siempre posicionados para recibir el siguiente golpe que nos vendrá. En nuestra percepción distorsionada por el pecado, y limitada por nuestra naturaleza finita, juzgamos lo que recibimos de Él y, a veces, nos quejamos. Nos parece que nos ha dado un mal regalo. No lo comprendemos.  Lo vemos como cruel, pero no lo es. Pensamos que Dios es como nosotros, pero no lo es; es muchísimo mejor. Por esto nos cuesta entenderle. Dios sólo es capaz de dar buenos regalos. Todo lo que recibimos de su mano es bueno. Todo está bien intencionado. No hay despropósitos con Dios.
 
            Él es el Padre de las luces. No hay un lado oscuro de Dios. Todo Él es luz. No hay motivaciones escondidas; no tiene crueldad o sadismo; no es torcido como nosotros. No es posible que Dios haga algo con motivación impura: “Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él” (1 Juan 1:5).
 
            Todo lo que nos envía es bueno. Todo procede de su corazón de Padre. El texto no habla de un Dios distante y arbitrario, un déspota, que controla nuestro destino, sino de un Padre que da dones. El que determina lo que nos pasa no es el Dios del destino, sino el Padre que vive en el Cielo y que va enviando buenas dádivas a sus hijos, porque nos quiere, porque sabe lo que nos conviene, porque es el “Dador alegre” por excelencia, porque es espléndido y generoso. Todo lo que hace está informado por el amor. Si tenemos alguna duda al respecto, con el tiempo veremos que es así. Mientras tanto, sabemos que todo lo bueno, y sólo lo bueno, procede de Él.
 
No juzguéis por los sentidos los designios del Señor
Si parece que las pruebas contradicen su amor.
Descansad en sus promesas, en su gracia descansad.
Estas sombras son el manto con que se envuelve su bondad. 
 
Sus propósitos perfectos a su tiempo cumplirá
Y lo que es ahora amargo dulce fruto llevará
La incredulidad es ciega, pues no mira más allá;
A la fe Dios se revela. Todo nos lo aclarará.

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