LOS MEDIOS QUE DIOS EMPLEA

 
“La proa, hincada, se quedó inmóvil, y la popa se abría con la violencia del mar. El centurión, queriendo salvar a Pablo, mandó que los que pudiesen nadar se echasen los primeros, y saliesen a tierra: y los demás, parte en tablas, parte en cosas de la nave. Y así aconteció que todos se salvaron saliendo a tierra” (ver Hechos 27:41, 43, 44).
 
Lectura: Hechos 27:27-40
 
            El barco de Pablo iba a la derriba. No obstante, llegó a su destino. El milagro no fue que ángeles llevaran a los pasajeros a tierra en brazos, sino que, nadando, o flotando con trozos del barco, todos llegaron con bien. ¡Dios usó la tempestad para llevarlos a su destino! A veces, Dios realiza sus propósitos usando lo natural. Lo que nosotros llamamos “casualidad” es Dios obrando sus designios.
 
            Para llevar a cabo los propósitos de Dios pueden intervenir agentes humanos o naturales, o, incluso animales: “Y mandó Jehová al pez, y vomitó a Jonás en tierra” (Jonás 2:10). Unos cuervos trajeron la comida a Elías en tiempos de sequía. Usó un viento para abrir el Mar Rojo; no lo abrió por medio de su Palabra hablada. Utiliza ángeles cuando no es posible usar hombres. Los ángeles anunciaron el nacimiento de Jesús y su resurrección, porque ningún ser humano sabía lo que iba a pasar o lo que había pasado. Cuando la tarea está más allá de la capacidad de ángeles, emplea su Palabra. Cuando no existía nada, creó cielos y tierra, todo cuanto hay, por medio de su Palabra. Para anunciar el evangelio usa a personas como tú y como yo. En este caso el milagro es el poder del Espíritu Santo que testifica a la verdad, trae convicción de pecado, y efectúa el nuevo nacimiento.
 
Siempre es Dios obrando, no importa el medio que use, ya sean animales, la naturaleza, ángeles, personas o su misma palabra. Notamos que para hacer lo más difícil, es decir, para llevar a cabo nuestra redención, se encarnó y lo hizo Él mismo. “Yo, yo mismo iré”. Ninguno de sus otros agentes pudo realizar nuestra salvación. El milagro más grande de todos los tiempos es Dios encarnado en la Cruz, y luego, la tumba vacía. Esto es el milagro del perdón de nuestros pecados.
 

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