“Bendeciré a Jehová en todo tiempo: su alabanza estará de continuo en mi boca. En Jehová se gloriará mi alma; lo oirán los mansos, y se alegrarán. Engrandeced a Jehová conmigo, y exaltemos a una su nombre” (Salmo 34:1-3).
Lectura: Salmo 34:4-10.15, 17-19.
El salmista no da abasto para bendecir y engrandecer al Señor, busca a amigos que puedan exaltarlo juntamente con él. Buscó a Dios y lo libró de todas sus preocupaciones: “Busqué a Jehová, y él me oyó, y me libró de todos mis temores” (34:4). Temía que una cosa mala le iba a pasar, ¡y no le pasó! Temía que una desgracia pasaría a uno de la familia, ¡y no pasó! Dios no permitió que el desastre viniese a su casa: “Los que miraron a él fueron alumbrados, y sus rostros no fueron avergonzados” (34:5). Sus amigos incrédulos sabían que él confiaba en Dios para su seguridad y esperaban que le viniese una calamidad para reírse de él, ¡pero no tuvieron la oportunidad, porque Dios lo guardó! “Este pobre clamó, y le oyó Jehová, y lo libró de todas sus angustias” (34:6). ¿Cuáles son las cosas malas que tú temes que te sobrevendrán? Nómbralas delante de Dios. Clama a Él. Mira a Él, y quédate mirando con fe en Él en cuanto a lo que más temes, y la promesa de Dios para ti es: “Temed a Dios, vosotros sus santos, pues nada falta a los que le temen” (34:9). Repite en voz alta la conclusión de este versículo: “nada falta a los que le temen”. Deja de temer lo que puede pasar y teme a Dios, reveréncialo, y alégrate con la fuerza que tiene para frenar todo el mal que no desea que pase. Dale las gracias y bendice su Nombre.
“Gustad, y ved que es bueno Jehová; dichoso el hombre que confía en él” (34:8). Pruébalo poniendo toda tu confianza en Él, y serás dichoso. Podrás relajarte en su amoroso cuidado de todo lo que te concierne. Descansar en Él te dará sueño profundo por las noches y te despertarás relajada, porque “a su amado dará Dios el sueño” (Salmo 127:2). “Los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien” (34:10). “Los ojos de Jehová están sobre los justos, y atentos sus oídos al clamor de ellos. Claman los justos, y Jehová oye, y los libra de todas sus angustias. Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de espíritu. Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová” (34: 15, 17-19). Esta es la experiencia del salmista, la mía, y la de todos cuantos ponen su confianza en Él.
Si no es la tuya, ora esta oración conmigo: “Padre amado, perdóname por mi falta de fe en ti. Perdóname por pensar que me van a venir muchas calamidades, una tras otra. Perdóname por vivir en guardia, en continua alerta por lo que me pueda pasar, siempre pensando lo peor. Yo no puedo sostener el mundo con mis fuerzas mentales para impedir el mal, pero lo he intentado, y me cansa. Estoy muy cansada. Perdóname. Voy a creer que tú eres bueno, bueno en todo lo que haces o dejas de hacer; que todas tus motivaciones son amor, y que me amas a mí. Voy a esperar mucho bien de ti, porque tu Palabra dice: “Temed a Dios, vosotros sus santos, pues nada falta a los que le temen” (34:9). Gracias que no me faltará nada, Padre amoroso. Amén”.
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