PROTECCIÓN DE LA MENTE (3)

   

“Las armas de nuestra milicia… son poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2 Corintios 10:3-5).
 
Lectura: 2 Cor. 10:3-6.
 
            Una mente sana lleva a una vida de servicio a los demás y beneficia a toda una sociedad. A nosotros nos toca disciplinar nuestras mentes; Dios no lo hará por nosotros. Tenemos la responsabilidad de llevar “cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”. Esto significa que tenemos que examinar bien lo que pensamos. ¿Cuáles son los pensamientos que motivan nuestra conducta? ¿Son ciertas? ¿Son bíblicas? Por ejemplo, si pienso que como creyente mi primera responsabilidad es ganar dinero, voy a estructurar mi vida para esta finalidad. Pondré mi trabajo por delante de la familia y de los intereses del reino de Dios. ¿Qué dice Dios? “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mat. 6:33). Leo esto, medito en ello, oro y cambio de planteamiento de vida, y toda mi vida cambia.
 
            Profundizando en el tema, hemos de saber que hay pensamientos que nos hacen sufrir, que no proceden de Dios, y tenemos que aislarlos, comprender su origen, y sacarlos de nuestra cabeza. Por ejemplo, si piensas que has estropeado tu vida y ni Dios puede enderezarla. O piensas que Dios no te puede perdonar por lo que has hecho. O si piensas que Dios te castigará por el resto de tu vida. O si piensas que Dios no te puede amar. O que no puedes fiar de nadie. O que nunca encontrarás una iglesia buena. O que todos los creyentes son hipócritas. Esta clase de pensamientos te hace mucho daño y hay que eliminarla de tu mente y poner en su lugar lo que Dios dice al respecto.
 
            Otros pensamientos que hacen mucho daño son el recuerdo de cosas malas que te han pasado. Si te paras a dar vueltas a ellas, te hace daño. Cualquier pensamiento que te deja deprimida no vale. Dios edifica, no derrumba. Si sueles ponerte a analizar por qué hiciste esto, y le das mil vueltas, al final estás mal. Tú ya sabes cuáles son los derroteros por donde va tu mente para torturarte: recuerdos del pasado, situaciones que están fuera de tu control, responsabilidades que no te corresponden, culpa que no es tuya; ¡no pienses en ellos! Cuando veas venir un pensamiento dañino, no permitas que se te acerque. Bloquéalo. ¡Deja de pensar en esto antes de empezar! Dile a tu mente: “No hace falta que piense más en este asunto; ya lo tengo todo pensado. No vuelvo a entrar por aquellos derroteros”. Esto requiere disciplina mental. ¡Empléala! Tu mente te dice: “Vamos a pensar en aquel día fatídico”, y tú dices: “¡Ni hablar”! Actúa para impedirlo. Pon tu atención en otra cosa. Pon música cristiana. Sal y da una vuelta por la calle. Cambia de actividad. Toma un café, o come un poco de chocolate. Ponte a orar por una amiga, no acerca de este asunto; esto ya lo has hecho. Haz lo necesario para no permanecer en estos pensamientos dañinos. Hay que pararlos antes de que lleguen para desarrollar nuevos caminos neurológicos. Forma nuevos hábitos de pensar y gana la victoria sobre pensamientos dañinos por medio de la disciplina mental. Conquista toda tu mente para Cristo “llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”..

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