LA VOZ DE DIOS

   

«Y mientras Pedro estaba perplejo dentro de sí sobre lo que significaría la visión que había visto, he aquí los hombres que habían sido enviados por Cornelio, los cuales, preguntando por la casa de Simón, llegaron a la puerta…Y mientras Pedro pensaba en la visión, le dijo el Espíritu: He aquí, tres hombres te buscan. Levántate, pues, y desciende, y no dudes de ir con ellos, porque yo los he enviado» (Hechos 10:17-19).
 
Lectura: Hechos 10:17-19.
 
Pedro había visto la visión de la sábana y había oído la voz que le decía: «Levántate, Pedro, mata y come» (10:13), pero no entendía a qué venía esto y lo que Dios le quería decir. Aun dando vueltas a lo que la visión podría significar, llegaron tres hombres a la puerta, pidiendo que los acompañase a la casa de un gentil. El Espíritu Santo le dijo que fuese con ellos. Fue un momento culminante en la historia de la Iglesia. El significado era que los gentiles iban a formar parte de la Iglesia. 
 
Entran tres factores para confirmar que Pedro tuvo que tomar este paso tan extraordinario, que no estaba loco, y que en realidad era la voz de Dios la que le había hablado: la visión, la coincidencia de la llegada de los tres hombres en este mismo momento, y la petición suya. Hubo el factor de la visión, el factor del tiempo, y el factor humano, todo ello en el contexto del Espíritu Santo hablando. Es como si el Espíritu le dijese: «Pedro, quiero que hagas una cosa y te lo voy a decir por visión y por voz humana y las dos cosas van a coincidir en el tiempo para que veas que esto ha venido de mí». Nos preguntamos: «¿Por qué no le dijo directamente el Espíritu Santo que fuese a predicar el evangelio a los gentiles?» Porque si Pedro hubiese dicho: «Mira lo que Dios me ha dicho», los judíos no lo habrían creído. Tal vez Pedro tampoco habría creído que era Dios el que le estaba hablando. Era un momento tan importante en la historia de la Iglesia que hacía falta confirmación para que quedase clarísimo que Dios estaba dirigiendo la extensión de la Iglesia por este camino. Al ver los tres factores juntamente con la voz del Espíritu, Pedro entendió y fue con ellos a llevar el Evangelio a los gentiles.  
 
Salvando las distancias, el Señor también nos habla de estas maneras. Esta mañana me desperté preguntándole al Señor qué tenía que hacer en cuanto a algo muy concreto. ¡La lectura en mi libro devocional se versó sobre aquel tema! Mientras iba pensando en el asunto, sonó el teléfono y la voz al otro lado lo aclaró todo. Supe exactamente lo que tenía que hacer.
 
“El Señor afirma los pasos del hombre cuando le agrada su modo de vivir; podrá tropezar, pero no caerá, porque el Señor lo sostiene de la mano” (Salmo 37:23).

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