“Entonces Pablo, puesto en pie en medio del Areópago, dijo: Varones atenienses, en todo observo que sois muy religiosos; porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. Al que vosotros adoráis sin conocerle, es a quien yo os anuncio” (Hechos 17:22-23).
Lectura: Hechos 17:23-31.
Los atenienses no sabían que existía un Dios todopoderoso que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay. Sin embargo, lo adoraban. Nosotros, los creyentes, tenemos mucha información acerca de Él, sobre todo si leemos la Biblia, pero ¿cuánto lo conocemos? El Señor Jesús dijo: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3). El lamento de Dios sobre Israel es que no lo conocían: “El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor: Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento” (Is. 1:3). “Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová” (Jer. 9:23, 24). En el gran Día del Juicio el criterio que determinará si alguien es salvo o no es si conocen al Señor: “Y entonces les declararé: Nunca os conocí” (Mateo 7:23). No seremos sujetos a un examen doctrinal, ni tendremos que presentar nuestro carnet de membresía de una iglesia evangélica. Tendremos que demostrar que conocemos al Señor, y esto se verá por nuestras obras, fruto de la intimidad con el Señor: “Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras” (Ap. 20:12). Algunos que confían en su membresía de iglesia oirán las palabras terribles: “Nunca os conocí”.
El Cielo es para los que conocen al Señor. Y para los que lo conocemos, porque hemos tenido una experiencia de salvación, la pregunta es: ¿Hasta qué punto lo conoces? ¿Cuánto conocemos al Señor? La gran tragedia es que muchos de los que van al Cielo apenas lo conocen, sólo lo suficiente para ser salvos. Irán al Cielo para ver a un Dios Desconocido.
Oh amadas hermanas, cuando vayamos al Cielo, que sea para ver a un Padre que ya conocemos mucho porque hemos pasado horas y horas hablando con Él.
Copyright © 2024 Devocionales Margarita Burt, All rights reserved.