“Ninguna cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8:39).
Lectura: 1 Juan 4:7-11.
Dios no expresa su amor por nosotros mandándonos flores, sino derramando por nosotros la sangre de su Hijo para limpiarnos y adoptándonos como hijos suyos. El pasaje que habla claramente de esto es 1 Juan 4:10: “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados”, es decir, en “sacrificio para quitar nuestros pecados” (NTV).
Con esta sanidad, el amor de Dios me llega, y nada puede bloquearlo: “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”. (Rom. 8:35, 37-39). El amor de Dios siempre me llega. Mi marido me puede dejar, pero el amor de Dios todavía me llegará. Si pierdo el trabajo, el amor de Dios todavía me llegará. Si me enfermo, el amor de Dios todavía me llegará. Si mi hijo se mete en la droga, el amor de Dios todavía me llegará. Si mi mejor amiga me traiciona, el amor de Dios todavía me llegará. No hay nada que pueda pararlo, bloquearlo, o separarme de su amor. Es como un río, un torrente, que quita de en medio todos los obstáculos. El escritor del himno lo expresó así:
1 ¡Oh, profundo, profundo amor de Jesús, vasto, desmedido, ilimitado, libre,
rodando como un poderoso océano en su plenitud sobre mí!
Debajo de mí, a mi alrededor, está la corriente de Tu amor;
conduciendo hacia adelante, conduciendo hacia casa, hacia Tu glorioso descanso en lo alto.
2 ¡Oh, profundo, profundo amor de Jesús, difunde su alabanza de orilla a orilla!
¡Cómo ama, ama siempre, nunca cambia, nunca más!
Cómo vela por sus amados, murió para llamarlos a todos suyos;
cómo intercede por ellos, vela por ellos desde el trono.
3 Oh, profundo, profundo amor de Jesús, amor de todo amor el mejor;
Es un océano vasto de bendiciones, es un refugio dulce de descanso.
Oh, el profundo, profundo amor de Jesús, es el cielo de los cielos para mí;
y me eleva a la gloria, porque me eleva a Ti.
Fuente: Salmos e Himnos al Dios Vivo #321
Copyright © 2024 Devocionales Margarita Burt, All rights reserved.