SALVACIÓN Y SALUD MENTAL: (5) OSCURIDAD MENTAL

   

“El dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos” (2 Corintios 4:4).
 
Lectura: 2 Cor. 4:1-4.
 
            Cinco mujeres estaban sentadas alrededor de una mesa hablando del cuerpo de la mujer. Cuatro de ellas estaban unidas afirmando dogmáticamente que el cuerpo de la mujer era suyo para disponer de él como quería: en la promiscuidad, si les apetecía; para matar a su hijo aún no nacido, si no le convenía tener este bebé; y para terminar su vida, si ya no deseaba vivir más. La única que era creyente se quedó horrorizada de la profundidad de la ignorancia de esas mujeres. Qué equivocadas estaban creyendo que tenían el monopolio de la verdad. Ellas afirmaban que cualquier persona que opinara lo contrario tenía una mente estrecha, que no tenía amor ni compasión, sino que formaba parte del diálogo del odio, y esto, porque le habían lavado el cerebro.
 
            La verdad es que el creyente odia estas cosas porque amamos a la gente y sabemos que estas cosas destruyen. Somos nosotros los que estamos en contacto con la realidad. Podemos ver las cosas con mucha más claridad que la persona que no conoce al Señor.
 
            La mujer creyente solo podía clamar a Dios pidiendo que tuviese piedad de ellas porque estaban engañadas. Una de ellas creía que todas las que estaban sentadas con ella eran sus amigas, pero la verdad es que solo una la quería, y esta era la creyente, porque la había perdonado. Las otras en privado se habían pronunciado en contra de ella. La rechazaban, pero ella no lo sabía. Otra de ellas todavía retenía algo de la belleza de su juventud, con casi cincuenta años, pero se creía joven y se vestía y se comportaba con si tuviese veinte. Se agarraba a su físico, intentando conservarlo. Otra estaba buscando el amor desesperadamente habiendo sufrido desengaños por múltiples hombres. Aún creía que lo encontraría. Y la cuarta acababa de perder a su madre que era creyente, y aún estaba cerrada al evangelio, la única puerta a la vida verdadera.
 
            Si solo comprendiesen la verdad ellas, la que creía que todas eran amigas sabría lo que ella misma hace para alejar a la gente, cambiaría, y encontraría al Amigo que nunca falla. La que intentaba retener su belleza pasajera sabría que la verdadera belleza es la de dentro, y que ésta puede ir en aumento con el tiempo. Nunca perece. Sabría que el más bello de los seres que jamás ha pisado esta tierra es el Señor Jesús, quien fue desfigurado por amor a ella para que ella pudiese tener una belleza eterna. La que busca el amor que no falla, si supiera la verdad, sabría que el amor humano es muy limitado, pero que hay Uno que ama entrañablemente, fiel hasta la muerte, cuyo amor suple todo deseo de nuestro ser. La que ha perdido a su madre, sabría que la madre tenía toda la razón, que ha encontrado la Vida, y que murió deseando que su hija la encontrase también. ¡Qué alegría le daría encontrarse con ella en la presencia del Señor en el Día Final! Que Dios en su misericordia revele la verdad a estas pobres mujeres, y que ellas puedan encontrar lo que buscan en su amor.
 
            Qué equivocado está el mundo suicidándose antes de llegar a la perdición final.     
 

   
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