“Así, pues, nosotros, como colaboradores suyos, os exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de Dios, Porque dice: En tiempo aceptable te he oído, y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación. No damos a nadie ninguna ocasión de tropiezo, para que nuestro ministerio no sea vituperado” (2 Corintios 6:1-3).
Lectura: 2 Cor. 6:4-10.
El ministerio de Pablo y el nuestro:
- Colaboramos con Dios en transmitir el evangelio.
- Exhortamos a otros a recibir el evangelio.
- No ponemos obstáculos en el camino de nadie.
Cristo hizo la obra de salvación para que todos los que pongan su fe en Él sean salvos, pues: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (5:21). Esto es lo que precede al “así” de Pablo en nuestra lectura. Jesús nos justificó delante de Dios al hacerse pecado, al llevar nuestro pecado, y al darnos su propia justicia. Fue un sagrado intercambio, justicia a cambio de pecado. Ahora lo que queda por hacer es comunicar al mundo las condiciones necesarias para conseguir la salvación. Al realizarlo:
- “Somos colaboradores suyos”. Estamos colaborando con Dios. Nuestra colaboración con Dios consiste en proclamar el evangelio, en transmitirlo tanto a viva voz como con el ejemplo de nuestra vida. Llegamos a ser el libro que el mundo lee para saber lo que es un cristiano y cómo se vive la vida cristiana.
- “Os exhortamos”. No transmitimos el evangelio pasivamente, como si diésemos una información interesante, sino acompañado de exhortación: “os exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de Dios, porque dice: En tiempo aceptable te he oído, y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación”. Si la gente escucha lo que decimos y está de acuerdo en todo, pero no se mueve para confesar su pecado y entregarlo a Cristo para recibir su justicia, esto es “recibir en vano la gracia de Dios”. Es en vano, porque no les salva. Es no responder con contrición y quebrantamiento delante de Dios confesando el pecado. Es reconocer con la cabeza que hay salvación y que Cristo murió para conseguirla, pero esto no salva, porque no ha ocurrido ninguna transacción.
- “No damos a nadie ninguna ocasión de tropiezo”. ¿Cuáles son algunos tropiezos que podemos ocasionar?
- Exigir más de lo que Dios exige para la salvación: por ejemplo, que la gente venda revistas, que asista a cursillos, que se comprometa con todas las exigencias de nuestra denominación, que pase un tiempo de prueba para que nosotros determinemos si son salvos o no, que se vista de cierta manera, que se someta a normas humanas, que participe en ciertas ofrendas obligatorias.
- Un comportamiento nuestro que no está de acuerdo con el evangelio que profesamos.
- Un trato discriminatorio de su persona debido a su trasfondo social o ético que lo hace sentir marginado.
Nuestra parte es hacer todo lo posible para que sean salvos y bien recibidos.
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