“Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús dando gracias a Dios Padre por medio de él” (Colosenses 3:17).
Lectura: Salmo 61:1, 2.
¿Te acuerdas de cuando hiciste obras en tu casa? ¡Es terrible hacer una reforma importante y estar viviendo en la casa! Estás tirando abajo paredes y poniendo suelos nuevos y tienes muebles amontonados y cajas por todos lados. No sabes dónde poner nada. El trabajo parece inacabable. No puedes usar el cuarto de baño y has de bajar al bar de la esquina. No tienes cocina, y has de usar una caja grande como mesa y sentarte en cajas de libros. No puedes cocinar y vives de bocadillos. Pero esto no es lo peor. Lo peor son los fontaneros y los electricistas que dicen que van a venir tal día y tú estás todo el día esperándolos, y no vienen, y a última hora llaman para decirte que tienen que terminar otra obra antes de venir a tu casa, y que vendrán la semana que viene. Tú no puedes pintar la pared antes de que te instalen la luz, y sin pintar la pared, no puedes colocar los muebles, y sin colocar los muebles, no puedes vaciar las cajas y colocar las cosas. Mientras tanto, no tienes ni lavadora, ni agua caliente. ¿Qué haces? ¿Pides al Señor que vengan lo más pronto posible? ¿Pides a Dios que acelere la obra? ¿Te enfadas? ¿Te desquicias y lloras, y dices que ya no puedes más? “Cuando mi corazón desmayare, llévame a la roca que es más alta que yo” (Salmo 61:2).
Hay una alternativa. Le dices al Señor que no importa cuándo vengan el electricista y el fontanero, que tú vas a vivir cada día para Él, venga lo que venga. Vas a servir a Dios en medio del caos. Tu ministerio consistirá en mostrar que Dios es suficiente para todas las cosas, que Él te da estabilidad y paciencia. Haces del texto de hoy tu lema para este largo periodo de pruebas con las reformas de casa: “Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre fel Señor Jesús dando gracias a Dios Padre por medio de él”. En el nombre del Señor vas a barrer los escombros, mover las cajas de una habitación a otra, lavar la ropa a mano esperando a que se instalen la luz, y después esperando a que te instalen la lavadora, limpiar tras los trabajadores, cocinar con camping gas, ir a comprar cada día porque no tienes nevera, llevar las sábanas a una lavandería, y soportar con paciencia todos los inconvenientes, hasta que la obra finalmente esté hecha. No es un ministerio de mucho prestigio, pero es un ministerio en el que vas a crecer espiritualmente y en el que vas a servir a Dios, porque todo lo que haces será para Él.
Además, lo harás “dando gracias a Dios Padre por medio del Señor Jesucristo”. Darás gracias a Dios por sus buenos propósitos al permitir todo el trabajo, por su compañerismo contigo y su ayuda, por todo lo que te está enseñando y por cómo está transformando tu carácter por medio de lo que has de soportar. Esta es una escuela para ti, y Dios es el Maestro. Él organiza lecciones para cada día. Hay exámenes en los que se verá lo que has aprendido o todavía tienes que aprender. Si suspendes, estudiarás más, ¡porque se repetirá el examen! Finalmente, la obra se terminará, la obra del piso, y también la obra que Dios está haciendo en ti por medio de ella. Ambas cosas serán para su gloria, pero lo que más gloria dará a su Nombre es lo hermosa que te ha hecho durante este periodo de dificultades. Habrá valido la pena todo lo que te ha costado.
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