“No se trata de que otros encuentren alivio mientras que ustedes sufren escasez; es más bien cuestión de igualdad. En las circunstancias actuales la abundancia de ustedes suplirá lo que ellos necesitan, para que a su vez la abundancia de ellos supla lo que ustedes necesitan” (2 Corintios 8:13, 14, NVI).
Lectura: 2 Cor. 8:12-15.
Habremos notado que hay una distribución desequilibrada de la riqueza en este mundo. Nosotros en el oeste tenemos mucho mientras que nuestros hermanos en el este padecen necesidad. El plan de Dios siempre ha sido que los que tienen más lo compartan con los que tienen menos: “Ni al que recogió mucho le sobraba, ni al que recogió poco le faltaba” (Ex. 16:18). Esta es una referencia a la recolecta de maná en el desierto. Aunque los ancianos y más débiles recogían menos que los jóvenes y fuertes, la distribución era equitativa, de modo que la abundancia de algunos compensaba la escasez de otros. Nuestra carnalidad nos dice que, puesto que hemos trabajado duro, lo que hemos recogido es nuestro, lo hemos ganado y lo merecemos, y que no es nuestra culpa si los otros tienen poco. Pero así no es como Dios piensa. Él tenía planeado que los que tenían más compartiesen con los que tenían menos; nos enseña que lo nuestro no es nuestro, sino de Dios, y nosotros somos sus administradores para asegurar que haya justicia y que todos tengamos lo necesario.
Pablo no está poniendo presión sobre los creyentes de Corinto para que den a los pobres. Este compartir tiene que ser de buena voluntad, ¡o no cuenta! El apóstol dice que las iglesias de Macedonia han sido todo un ejemplo: “En medio de las pruebas más difíciles, su desbordante alegría y su extrema pobreza abundaron en rica generosidad. Soy testigo de que dieron espontáneamente tanto como podían, y aun más de lo que podían” (8:2,3).
Este es el mismo mensaje que sale en la parábola de Jesús sobre los talentos. “El que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos” Mateo 25:16). El señor de estos siervos volvió y arregló cuentas con ellos. Cuando el primero dijo: “Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos”, su señor le dijo: “Bien, buen siervo fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor”, y con esto, el Señor Jesús se refería a una recompensa eterna que sería suya por el buen uso de sus recursos materiales. Normalmente esta parábola se aplica al uso que hacemos de nuestros dones espirituales. Mientras que esto es cierto, también lo es del uso que hacemos de nuestras finanzas. ¿Las hemos invertido en los intereses del Reino de Dios? Esta enseñanza se aplica con aun más claridad en la parábola del mayordomo infiel[1]. Jesús dijo: “Ganad amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando éstas falten, os reciban en las moradas eternas” (Lucas 16:9). Invierte tu dinero para beneficiar a los pobres con el evangelio y ellos serán tus amigos en el reino eterno.
¿Cuál es la invitación o el llamado de Dios para ti ahora? ¿Cómo responderás?
[1] Para oír una exposición de esta parábola por mi marido David Burt, solicítalo de nosotros y te la enviaremos.
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