EL SALMO 23

“Jehová es mi pastor” (Salmo 23:1).
 
Lectura: Salmo 23:2, 3.
 
Primera parte:
 
Vamos a dividir este amado salmo en dos partes, tal como lo hace la Reina Valera, y compararemos las dos partes, a ver lo que sale en relieve. La primera parte dice: “Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre” (23:1-3). La primera impresión que causa la lectura de estos versículos es delicia. El escenario que pinta es idílico. Vemos a una oveja reposando en pastos verdes al lado de un arroyo tranquilo de aguas cristalinas, escena que nos transmite paz y seguridad, porque el pastor está a su lado. Sin su pastoreo nunca llegaríamos a este lugar delicioso de provisión, reposo, consuelo y seguridad. Sentimos una profunda paz al contemplar el estado de esta ovejita e identificarnos con ella. 
 
Segunda parte:
 
En la segunda parte de este salmo vemos una escena muy diferente. El cuadro que estos versículos pinta es el de un valle cubierto con una tenebrosa sombra de muerte donde se respira la presencia de un ser maléfico que infunde miedo: Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento. Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días” (23:4-6). Este es el cuadro. Sin embargo, la oveja está tan tranquila como en el primer cuadro, y eso por varios motivos: El pastor está con ella, él le está dando de comer en este lugar árido, la unge con un aceite que sana sus heridas, la fortalece, la consuela y la alegra. Está segura de que el pastor tendrá compasión de ella a lo largo de su vida, y que le espera un lugar en Su casa para siempre. Puede respirar en paz a pesar del peligro que la rodea.
 
Conclusión:
 
En nuestra vida tenemos periodos idílicos y periodos tenebrosos, o podemos tener las dos cosas a la vez. Si estamos reposando en la deliciosa hierba verde, sabemos que “aunque” estuviésemos en el valle de muerte, respiraríamos la misma paz, porque el mismo pastor nos estaría atendiendo. Podemos estar bien en los pastos verdes, y podemos estar bien en el valle tenebroso, porque en los dos lugares estamos siendo pastoreados por un pastor que no encuentra ninguna complicación en pastorearnos, no importa en qué situación nos encontremos. Siempre estaremos bien.
 
Esta es la seguridad del creyente, no importa donde esté, estará bien debido a la competencia del excelente pastor. Alabado sea su Nombre.  
 

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