REVELACIÓN AL CORAZÓN

“Pido que Dios…os dé revelación… al corazón” (Efesios 1:17-18, NVI).

“Haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis…” (Efesios 1:16-18).

Lectura: Ef. 1:15-19.

            Lo que Pablo pide para los nuevos creyentes es que Dios revele a sus corazones tres cosas. Antes de decir cuáles son estas tres cosas, vamos a meditar en estas palabras: “revelación al corazón”. Normalmente nosotros dirigimos nuestra enseñanza a la mente. Pensamos que, por la claridad de nuestra enseñanza, por los ejemplos que ponemos y las explicaciones que damos, lo van a entender. Nos esforzamos. Ponemos todo nuestro empeño en hacer llegar esta información. Pero Pablo, aunque brillante, no dependió de sí mismo para instruir a los nuevos creyentes. Expuso la doctrina, pero oró para que Dios mismo les revelase las cosas que tuviesen que aprender, para que el mensaje llegase a sus corazones. Es con el corazón que uno entiende las cosas de Dios. Si la información llega a la mente, pero no al corazón, no produce fruto, no cambia mentalidades y vidas. Pablo pidió que Dios, desde el cielo, revelase las verdades a sus corazones. Esto es pedir un milagro, una intervención divina, una obra sobrenatural de Dios en los corazones de estos creyentes.  

¿Qué es lo que Pablo pide que Dios les revele a estos creyentes?

  1. Cuál es su esperanza.
  2. Cuál es la herencia de Dios.
  3. Cuál es el poder que tienen.  

Su esperanza. “Que Dios os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cual es la esperanza a que él os ha llamado”. Estos creyentes enfrentaban la persecución y la muerte. Necesitaban una esperanza tan grande y clara que justificaba cualquier precio que tuviesen que pagar por seguir a Jesús. Cristo volverá para establecer un reino de justicia y paz en la tierra. ¿Cómo es este reino? ¿Cuáles son sus principios? ¿Cómo es el Rey? ¿Cómo será la relación entre los ciudadanos de este reino? ¿En qué ambiente se van a mover? Todas estas cosas tenían que saber, y no solo saber, ¡los tenían que cautivar! Habían de ver su hermosura hasta el punto de dar todo lo que tenían por este reino. Solo Dios podía hacer que esta revelación llegase a sus corazones.

La herencia de Dios. La herencia de Dios es los santos, los redimidos, su pueblo. Tú y yo somos su herencia. ¿Quién puede comprender esto? ¿Para que quiere Dios que yo sea su herencia? ¿Qué valor tengo yo para Él? ¿Cómo puede Dios valorarnos tanto? Solo Dios puede revelar su corazón de amor al creyente. Por mucho que lo expliquemos al otro, no lo va a entender. ¡No lo entendemos ni nosotros! ¡Oh Dios, revélanos lo que significamos para ti! Esta fue la oración de Pablo, y la nuestra.

El poder que tenemos: Tenemos el poder del Espíritu Santo. Está dentro de nosotros. ¿Para qué lo necesitamos? ¿Cómo es de fuerte? ¿Qué puede lograr? ¿Cómo podemos tener acceso a este poder? Todo esto Dios nos lo tiene que revelar. Oremos y pedimos a Dios esta revelación para nosotros y para los que amamos. Esto es lo que hizo Pablo.   

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