LO MÁS VALIOSO DE LA MUJER

“En cuanto a las vírgenes no tengo mandamiento del Señor; mas doy mi parecer, como quien ha alcanzado misericordia del Señor para ser fiel. Tengo, pues esto por bueno a causa de la necesidad que apremia; hará bien el hombre en quedarse como está. ¿Estas ligado a mujer? No procures soltarte. ¿Estas libre de mujer? No procures casarte. Mas también si te casas, no pecas; y se la doncella se casa, no peca; pero los tales tendrán aflicción de la carne, y yo os la quisiera evitar” (1 Corintios 7:25-28).
 
Lectura: 1 Cor. 7:32-34.
 
Lo más valioso de la mujer es su femineidad. Es la esencia de lo que ella es. La mujer es un ser sexual, y destruir su sexualidad, es destruirla a ella.
 
            Desde la niñez la niña necesita comprender que la virginidad es su especial tesoro. Solo puede venderla al precio de la vida de un hombre. El hombre tiene que comprometerse a poner su vida por ella, darle todo lo que posea, defenderla con su vida, morir por ella si hace falta, prometerle fidelidad hasta que se muera. El pacto es vitalicio y vigente siempre que los dos vivan. Este es el precio que el hombre tiene que pagar por una mujer si quiere tener relaciones sexuales con ella, y es justo, porque es lo que ella vale. Además, este compromiso se tiene que formalizar, no en privado, sino en público, delante de Dios y del pueblo, de acuerdo con la ley de la tierra. Es un compromiso social, espiritual y legal. Este es el precio que el hombre tiene que pagar si quiere relaciones íntimas con una mujer.
 
            Una mujer que regala su virginidad se regala a sí misma. No se valora en nada.
 
            El hombre que la pretende puede prometerle el oro y el moro, pero no vale. Puede hacerle un romántico discurso conmovedor; da igual. Si surge un momento de pasión, ella se controla. No permite que un hombre la lleve a lugares no protegidos. Siempre está velando por la protección de su tesoro.
 
La mujer que se valora a sí misma consigue que el hombre la valore. La tratará con respeto y consideración. Si no, ella finaliza la relación. No le interesa un hombre que la vaya a utilizar para sus fines egoístas. Lejos de permitir malos tratos, ni siguiera permite que la mire con falta de respeto, ni en broma.
 
Los padres tienen un desafío muy grande por delante, tanto con sus hijos como con sus hijas. La primera cosa que han de aprender las niñas es lo valerosas que son; después, el auto control. Su padre es vital en este papel. Su trato con su hija determina cómo ella se valora. El niño tiene que aprender a respetar a las niñas, no tratarlas como inferiores, ni en broma, sino con respeto. Los padres tienen que enseñar a sus hijas que ellas son las responsables de guardar su virginidad. Esto determina el curso que tomará su vida. Si quiere tener un hogar estable en el día de mañana, debe controlar sus pasiones, aprender a valorarse, y esperar a que venga el hombre que la estime como la más valerosa del mundo. Si este hombre no se presenta, mejor no casarse.

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