PUERTAS ETERNAS

“Alzaos, oh puertas, vuestras cabezas, y alzaos vosotras, puertas eternas, y entrará el Rey de Gloria. ¿Quién es este Rey de gloria? Jehová el fuerte y valiente, Jehová el poderoso en batalla” (Salmo 24:7, 8).

Lectura: Salmo 24:9, 10.

            En este salmo David está haciendo dos preguntas, y las dos están relacionadas. La primera es: “¿Quién subirá al monte de Jehová?” (24:3). La respuesta es que únicamente la persona que está sin pecado. La segunda pregunta es: “¿Quién es el Rey de gloria?”. En el “monte de Jehová” vive “el Rey de gloria”, el que los fieles están ansiosos de ver. Pero no podrá subir nadie a adorarlo, porque todos tienen pecado. Entonces el Rey tendrá que bajar si quiere estar con su pueblo, porque ellos no pueden subir. Para bajar, las puertas eternas se han de abrir. Se abrieron tres veces:

  1. Se abrieron cuando el Rey bajó. Bajó como bebé en humildad: “Cuando Jesús nació en Belén de Judea en día del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el Rey de los judíos, que ha nacido?” (Mateo 2:1, 2). Pues a este Rey de gloria lo crucificaron: “Y pusieron sobre su cabeza su causa escrita: Este es Jesús, el Rey de los judíos” (Mateo 27:37).   Pero la muerte no pudo retenerlo y Él resucitó.
  2. Después de mostrarse vivo en numerosas ocasiones llevó a sus discípulos a las afueras de Betania por última vez, “y alzando sus manos, los bendijo. Y aconteció que, bendiciéndoles, se separó de ellos, y fue llevado arriba al cielo” (Lucas 24:50. 51). Las puertas eternas se abrieron otra vez para recibir al Rey de gloria: “Alzaos, oh puertas, vuestras cabezas, y alzaos vosotras, puertas eternas, y entrará el Rey de Gloria”.
  3. Las puertas eternas se abrirán una vez más para que baje de nuevo el Rey de nuevo, esta vez en toda su majestad, para estar con el pueblo que Él redimió cuando sus enemigos lo crucificaron, cuando bajó la vez anterior: “Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hechos 1:11). Se revelará a todo el mundo como el Rey de gloria, el que reina en el monte de Jehová, al cual nadie podía subir para hacerle culto, pero ahora sí, hay un pueblo redimido que puede subir al monte de Jehová, porque el Rey de gloria ha bajado para hacerlos aptos para estar en su presencia.

Esta tercera es la gloriosa apertura del cielo que estamos esperando los que amamos su venida. Las puertas eternas alzarán sus cabezas y bajará el Rey de gloria y será revelado a un mundo atónito que Jesús de Nazaret, a quien ellos crucificaron y a quien Dios resucitó de los muertos, es el Rey de gloria.

“Jehová reina; se vistió de magnificencia; Jehová se ciñó, se ciñó de poder. Firme es tu trono desde entonces; Tú eres eternamente” (Salmo 93:1, 2). Este es el Rey de gloria.        

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