EN EL HUERTO

 

Queridos hermanos, vamos a empezar una serie sobre María Magdalena, recopilando algunos de los devocionales que he escrito sobre ella durante los últimos 20 años. Esto explica la repetición que puede haber. Esperamos que sean de mucha bendición en vuestra vida con el Señor. Pedimos disculpas por el retraso en el envío de los devocionales de estos últimos días; ha sido debido a encontrarnos volviendo de viaje y algunos contratiempos más.

  “Pero María estaba fuera llorando junto al sepulcro; y mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro; y vio a dos ángeles con vestiduras blancas…  y le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Les dijo: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde lo han puesto. Cuando había dicho esto, se volvió, y vio a Jesús que estaba allí; mas no sabía que era Jesús. Jesús le dijo; Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano…” (Juan 20:11-15).
 
Lectura; Juan 20:11-18,
 
     Cuando María vio a Jesús en el huerto y creyó que era el hortelano, no estaba muy lejos de la verdad, porque el Señor cultivaba y frecuentaba huertos en el pasado (Génesis 2:8; 3:8), siempre buscando comunión con los que había creado y que tenían oídos para oírlo. Adán y Eva no querían oír su voz porque habían elegido oír la de la serpiente. Pero no es nuestro caso. Como María, venimos al huerto antes de apuntar el día, buscando al que está allí. No vamos para visitar el sepulcro de un muerto, sino en busca del Jesús que habla y camina por allí. Cuando ella vio a los ángeles, no tuvo miedo, como todos los otros que tuvieron encuentros con ángeles; habló con ellos y se dio media vuelta, porque estaba buscando a otro. Sólo quería a Jesús. Su corazón estaba destrozado. Había perdido al que amaba su alma, y lo buscaba entre los muertos. Después de su resurrección, nadie lo reconoció de entrada, pero María sí, nada más oírlo pronunciar su nombre. Su alma tenía una historia con El que hablaba, y cuando la llamaba por nombre, reconoció su voz.
 
     Cuando venimos a la primera hora de la mañana a buscarlo en el huerto secreto de nuestra relación íntima con Él, la petición de nuestro corazón es la de antaño: “Oh tú que habitas en los huertos, los compañeros esperan tu voz; házmela oír” (Cantares 8:13, trad. Catalana). (En la RVA está traducido “desean escuchar”). Y dándonos media vuelta lo oiremos llamándonos por nombre y conoceremos su voz, y sabremos que es Él.
 
     Oh Jesús, te amo, te bendigo y te adoro. No tengo mayor gozo que oír tu voz y adorarte. Es por eso por lo que me creaste y esto es el gozo de mi vida. Amén.

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