¿POR QUÉ CREÓ DIOS A LA MUJER? (2)

“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza… Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Génisis 1:26, 27).
 
Lectura: Ef. 5:22-33.
 
Un segundo motivo para la creación de la mujer sería para ser esposa y madre (Gen. 1:28). En su relación con su marido los dos modelan la relación entre el Padre y el Hijo, y el matrimonio cristiano, a su vez, modela la relación entre Cristo y la iglesia que es fructífera: “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella. Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia” (Ef. 5:22-25, 28, 29). Hacen falta los dos sexos para reflejar esta relación. La relación entre el Padre y el Hijo es una de interdependencia. El Padre lidera, el Hijo sigue. El Padre inicia el proyecto y el Hijo lo lleva a cabo. En el matrimonio el marido lidera y la mujer sigue, ayuda, apoya y respeta. Ella apoya y hace posible el proyecto del hombre de ser padre de familia.
 
El modelo no es que la mujer sea independiente, que vaya a su bola, y tampoco es que sea anulada. Ella es capaz, inteligente y colabora con su marido. Es indispensable. En Proverbios 31 se ve la gran capacidad de la mujer. Su marido no podría estar en el gobierno del pueblo sin la brillante administración de la mujer desde la casa. Cada uno respeta y potencia al otro en sus dones y capacidades. El hombre dirige, protege y lidera a la familia para el beneficio de ella, no para el suyo propio. Su relación con la esposa jamás es para anularla, menospreciarla controlarla, reprimirla o rebajarla. Esto sería en su propio detrimento. El modelo no es ni el del machismo, ni el del feminismo, que es estéril, sino la relación entre Cristo y la iglesia. Dios Padre determina lo que ha de ser en su consejo eterno y el Hijo lo ejecuta en el tiempo y el espacio. El Padre planea la salvación del hombre y el Hijo la lleva a cabo. El Hijo encarnado recibe la dirección del Padre y se somete a ella, y el Padre la potencia por su Espíritu para realizarla. Hay una hermosa interdependencia entre los dos de amor y respeto mutuo. El matrimonio de María y José es un ejemplo práctico de esta relación. Él la cubre y protege y ella lo sigue, hasta Belén y de Belén hasta Egipto, y de Egipto a Galilea. La mujer se somete a un hombre que la ama y se sacrifica por ella y está dispuesto a dar su vida por ella, como Jesús dio la suya por su Iglesia.
 
Vamos a aludir a un tercer motivo que tuvo Dios en crear a la mujer. La hizo para tener un ser capaz de entenderlo como solo una mujer puede entender a Dios. El hombre también lo entiende, pero de manera diferente. Dios quiere ser entendido: “Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová” (Jer. 9:24). La mujer existe para entender a Dios en los aspectos que coinciden con su imagen en la mujer. La mujer entiende y se identifica más plenamente con estos aspectos del carácter de Dios. Vamos a considerarlos mañana.     

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