EL PLAN DEL DIABLO PARA TU VIDA

“He aquí mi confianza es que el Omnipotente testificará por mí, aunque mi Adversario me forme proceso” (Job 31:35).
 
Lectura: Juan 15:16.
 
El plan de Dios es que tengamos una vida fructífera que glorifique a Dios por las buenas obras que hagamos, y el plan del diablo es que no llevemos fruto, sino que seamos estériles, derrotados, incapacitados, fracasados y miserables. Job tenía una vida llena de fruto. Él vivía una vida santa y pura, sin inmoralidad sexual (Job 31:1, 9), sin mentira (31:5), sin codicia de riquezas (31:24), sin odiar a sus enemigos (31:29), y, a la vez, hacía todo lo que podía para ayudar a pobres, huérfanos, viudas (31:16-23), daba hospitalidad al forastero (31.32), y aliviaba el sufrimiento de los desgraciados. El diablo levantó una calumnia contra él para destruir su ministerio: “El ladrón no viene sino para hurtar, y matar y destruir” (Juan 10:10). Job era intachable, pero el Adversario de su causa intentó destruir su reputación, y lo habría conseguido si Dios no hubiese intervenido a su favor.
 
El plan del diablo para tu vida es que no lleves fruto. Lo tuvo difícil en el caso de Job debido a su integridad. Por este motivo tuvo que emplear la mentira para descalificar a Job. Jesús dijo: “Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros mintiendo” (Mat. 5:11). El diablo buscará la manera de traer deshonra sobre nosotros. ¡No colaboremos con su plan! Seamos íntegros. Evitemos toda clase de impureza sexual. Según el testimonio de Dios, Job fue un hombre “apartado del mal” (Job 1:1). Lo primero que el diablo hará para que no llevemos fruto es tentarnos a caer en el pecado sexual.  Si este plan no prospera, probará otras tácticas, por ejemplo, tratará de conseguir que te cases con un hombre que no es creyente, o con un creyente que no es compatible con el plan de Dios para tu vida. Os distraerá en lo económico, dejándote demasiado ocupado, o bien, en tu trabajo, o buscando éxito en tu profesión, o consiguiendo dinero, o gastando dinero en lo que no tiene nada que ver con el reino de Dios. Jesús dijo: “Buscad primero el reino de Dios y su justicia y todas estas cosas os serán añadidas” (Mat. 6:33).
 
En la parábola de las cuatro clases de tierra vemos que lo que hace infructífera la semilla de la Palabra de Dios en nuestra vida es que ésta caiga junto al camino (Mat. 13:19). En el camino del mundo no hay fruto. El enemigo aprovecha las aflicciones de la vida para que no llevemos fruto. Si no las superamos por la fe en Dios, nos quedamos prostrados y no hacemos nada. El enemigo usa también la persecución. Esto nos viene con el permiso expreso de Dios, como en el caso de Job. En su caso vemos que Dios nos sacará de ella cuando Su propósito al permitirla se haya llevado a cabo. Otra cosa que sale en la parábola de las tierras es que “el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y la hacen infructuosa” (Mat. 13:22). No lo permitamos. Si todo esto no funciona para paralizarnos, el diablo tratará de desestabilizarnos emocionalmente. Usará nuestro temperamento, nuestros humores, la tristeza y la histeria. También emplea los problemas normales de la vida, los problemas de la iglesia, la preocupación, nuestras circunstancias, y la gente a nuestro alrededor. Y si esto no le funciona, como con Job, usará la salud. Finalmente, usará la culpa falsa, la acusación infundada, táctica que no le sirvió con Job, porque Job defendía su integridad. Nosotros apelamos a la sangre de Cristo que nos limpia de todo pecado (1 Juan 1:9). Jesús nos ha escogido para llevar fruto, el enemigo hará todo lo que pueda para que no lo hagamos, pero llevaremos vidas de obediencia a la Palabra de Dios para derrotar al enemigo, para que, a pesar suyo, llevemos mucho fruto para la gloria de Dios. Así sea.

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