“¿QUIÉN CONTENDERÁ CONMIGO?” (3)

“¿Quién contenderá conmigo? ¿Quién es el adversario de mi causa? ¿Quién hay que me condene?” (Isaías 50:8, 9).

Lectura: Is. 50:6-9.

            En el libro de Job tenemos unas preguntas muy importantes que no van acompañadas de las respuestas, porque tenemos que haber descubierto las respuestas ya. Y, a la vez, es porque las respuestas son una revelación de parte de Dios. Si Dios no nos da entendimiento acerca de estas cosas, no las entenderemos. En el libro de Job la pregunta es: ¿Quién es ése que oscurece el consejo con palabras sin sabiduría(Job 38:1, 2). “¿Quién es el que oscurece el consejo sin entendimiento?” (Job 42:3). En Romanos tenemos preguntas semejantes: “Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? ¿Quién es el que condenará? ¿Quién nos separará del amor de Cristo?” (Romanos 8:31, 33, 34, 35). Y en Isaías tenemos preguntas del mismo tipo: “¿Quién contenderá conmigo? ¿Quién es el adversario de mi causa? ¿Quién hay que me condene?” (Isaías 50:8, 9). En estos tres pasajes estas preguntas tienen la misma respuesta: Satanás. La respuesta se percibe. Uno siente que hay una fuerza personal que nos odia y desea destruirnos. Es una sensación terrible. Somos impotentes en nosotros mismos para resistir sus embestidas, pero con el Espíritu Santo, tenemos la victoria, si usamos las armas de nuestra milicia que ya hemos visto en Efesios 6. Es imprescindible identificar al enemigo. Por esto estas preguntas: Dios las hace, Job las hace, Pablo las hace y Jesús las hace proféticamente en este pasaje que vamos a mirar ahora.

            En el pasaje del libro de Isaías el que hace las preguntas es Jesús en el contexto de la batalla horrífica que tuvo con Satanás mientras estaba colgado en la Cruz. Jesús acaba de tener la Palabra de parte de Dios revelándole que su cuerpo iba a ser herido, que iba a sufrir injurias y que le iban a escupir en la cara. El Señor reafirma su cometido: “Puse mi rostro como un pedernal” (Is. 50:7), y con plena aceptación de la voluntad de Dios, sube a Jerusalén. Va armado mentalmente con las respuestas de estas tres preguntas:

  1. “¿Quién contenderá conmigo?”. Sabe que el enemigo es Satanás, no Dios. Si el enemigo nos hace pensar que es Dios, perdemos la batalla.
  2. “¿Quién es el adversario de mi causa?”. Satanás. La causa de Jesús es la salvación de la raza humana, la defensa del reino de Dios, realizar la voluntad de Dios. ¡Desde luego, el enemigo no quiere esto! Sabe que todo el infierno está para destruirlo, destruir su relación con el Padre, y usurpar su trono. Todo está en juego.
  3. “¿Quién hay que me condene?” Los líderes religiosos del judaísmo lo condenaron, los romanos lo condenaron, pero el único Juez válido es Dios. Ellos son temporales; Dios es eterno. Los romanos morirán, y Satanás terminará en el infierno. Dios está de su parte. Sabe que: “Jehová el Señor me ayudará” (Is. 50:9), y esto le basta para enfrentar la última y definitiva batalla contra Lucifer. 

Estos tres ejemplos son suficientes en sí mismos para demostrar que las preguntas que encontramos en el libro de Job no tienen a Job por respuesta. El Adversario queda identificado.

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