¿CUÁL, PUES, FUE LA EVALUACIÓN DE DIOS DE JOB?

“Si estuviesen en medio de ella estos tres varones, Noé, Daniel y Job, ellos por su justicia librarían únicamente sus propias vidas dice Jehová el Señor” (Ezequiel 14:14).  
 
Lectura: Ezequiel 14:12-16.
 
            Nos situamos muchos años después de la vida de Job, en el contexto del castigo que Dios mandará sobre Jerusalén por el pecado de todos sus habitantes. De la misma manera que Dios no perdonó a Sodoma por la presencia de Lot, sino que solo rescató a Lot y a su familia, tampoco perdonaría a Jerusalén si Noé, Daniel y Job viviesen en ella. Solo ellos se salvarían, ¡ni siquiera sus familias! Dios lo dice dos veces: “Si estos tres varones estuviesen en medio de ella, vivo yo, dice Jehová el Señor, ni a sus hijos ni a sus hijas librarían; ellos solos serían librados, y la tierra quedaría desolada” (14:16). En todas las Escrituras, Dios no acusa a estos tres hombres de ningún pecado. En este texto los declara justos, y eso, dos veces y con juramento.
 
            ¿Quién es la persona que se atreve a contradecir lo que Dios ha dicho? ¿Quién acusa a Job, señalándolo a él, de pecado? Dios dijo que no iba a caer sobre él el juicio que iba a venir sobre Jerusalén porque él era justo. Es lo mismo que dice Dios de Job en el capítulo 1 del libro de Job (Job 1:1), es lo mismo que dice en el último capítulo de este libro (Job 42:8), y es lo mismo que dice centenares de años después. El veredicto de Dios sobre su vida no ha cambiado. Él es justo.
 
            Vemos que Dios pone a Job en la misma categoría con Noé y Daniel. Los tres brillan como luminares en medio de una humanidad perversa. De Noé la Escritura dice: “Estas son las generaciones de Noé: Noé, varón justo, era perfecto en sus generaciones; con Dios caminó Noé” (Gen. 6:9). Vino el juicio y Dios inundó la tierra, pero Dios salvó a Noé y su familia. En todo el libro de Daniel no tenemos ningún comentario negativo sobre él para censurarlo o acusarlo de algún pecado. Era un hombre justo e íntegro que andaba delante de Dios en santidad. La Biblia es muy honesta en cuanto a las vidas que nos relatan, pero no sale nada en contra de ninguno de estos hombres.
 
            Ni Satanás mismo encontró nada de que acusar a Job. Cuando Dios le dijo: “¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal?” (Job 1:8), ¡Satanás no pudo aducir nada contra Job! Esto es muy grande. Satanás no encontró ninguna falta en Job. Tuvo que crear una situación en que Job pudiese caer para ver si así pudiera encontrar ocasión para acusarlo, y cuando creó la peor situación que podía imaginar con su mente perversa, no podía provocarlo a pecar, porque al final del libro, Satanás no dice nada. No hay ninguna escena al final del libro de Job en que los hijos de Dios se presentan delante de Jehová y Satanás con ellos (Job 1:6), porque solo sería para reconocer su derrota, y, siendo orgulloso, no le interesaba. Si tuviera algo de que acusar a Job, habría sido el momento, pero no tuvo nada. No dice nada. Satanás no tuvo la honestidad de presentarse delante de Dios y decirle: “Tenías toda la razón, Job es justo. Era justo cuando todo le iba bien, y seguía siendo justo cuando todo le fue mal. No te servía por intereses. Te servía porque te temía y te amaba de verdad. Tú ganas. Yo pierdo. Tienes a personas incondicionales, que siempre serán fieles a ti no importa lo que les pase. Felicidades”. Habría sido lo honesto por su parte, pero Satanás no da la cara. Simplemente desaparece de la escena. Figura al principio, y sigue estando presente al final, rodeando la tierra buscando a quien devorar, pero los hay que lo resisten, y Job era uno de ellos, y Dios estaba orgulloso de su siervo, su siervo Job.  

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