EL DISEÑO DE DIOS (4)

Ni aun sus hermanos creían en él” (Juan 7:5).
 
Lectura: Juan 7:1-9.
 
Si suscribimos a lo que enseña la Biblia acerca del hombre y la mujer, hemos de estar preparados para recibir persecución de parte de la sociedad (Mat 10:16-22, 32, 33) y de parte de la familia (Juan 7:1-7). Somos ciudadanos del Reino de Dios, y nuestra identidad no es nuestra familia carnal. El Señor Jesús enfrentó la ironía y el rechazo de la familia por su fidelidad a Dios. Al presentarse la fiesta de tabernáculos, sus hermanos se burlaron de él diciendo que, si quería hacerse un nombre, ahora era su oportunidad: podía subir a Jerusalén y hacer lo suyo para darse a conocer. Les contestó que no compartía su mentalidad, que ellos pensaban como los del mundo, pero él no. El mundo los amaría, pero a él lo aborrece porque les dice la verdad acerca de ellos. Él sí que se manifestará al mundo, pero no en esa ocasión. Si nosotros somos fieles al Señor podemos esperar oposición de parte de la familia, y, en algunos países, persecución hasta la muerte. Jesús es nuestro ejemplo.
 
El Señor Jesús descubrió su identidad en la voluntad de Dios para él. Nosotros también. ¿Cómo lo descubrió? Por el Espíritu Santo revelándosela en las Escrituras, por escuchar la voz del Padre, y por medio de la oración. Siguiendo su ejemplo nosotros descubrimos la nuestra por medio de las Escrituras y la oración. Jesús no fue un robot preprogramado ni tenía un ordenador por mente. Meditaban en la Palabra. El Espíritu Santo se la aplicaba y llegó a la conclusión de que el Hijo de Dios tenía que morir y resucitar y subir al cielo y desde allí enviar el Espíritu Santo, y que entonces los discípulos edificarían y extenderían el Reino de Dios. Solo después, él volvería para reinar. Tú y yo descubrimos nuestro papel en este mundo, no por los medios de comunicación, sino por las Escrituras y la oración.
 
El matrimonio.

El modelo cristiano del matrimonio es muy diferente del modelo del mundo. Es entre un hombre y una mujer (Gen. 2:24), y para toda la vida hasta que la muerte los separa: “Y Jesús les dijo: Cualquiera que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra ella; y si la mujer repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio” (Marcos 10:11, 12). La Biblia no se contradice, y es Palabra de Dios para todos los tiempos y todas las culturas, al contrario de lo que algunos creyentes piensen. El apóstol Pablo lo dijo bien claro: “La mujer casada está ligada por la ley mientras su marido vive; pero si su marido muriere, libre es para casarse con quien quiera, con tal que sea en el Señor” (1 Cor. 7:39). El matrimonio cristiano es un reflejo de la permanencia de la relación de Cristo con la Iglesia (Ef. 5:32). Su unión es hasta la muerte. El marido es como Cristo en su amor y cuidado de la mujer, y la mujer es como Cristo en Su respeto y sumisión al Padre: “Los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos, porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia. Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido” (Ver Ef. 5:28, 33). Cristo es nuestro modelo en todo.

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