CONFLICTO  HASTA LA VICTORIA FINAL

“En aquel día el Señor su Dios rescatará a su pueblo, así como un pastor rescata a sus ovejas. Brillarán en la tierra del Señor como joyas en una corona. ¡Qué espléndidos y hermosos serán!” (Zac. 9:17, NTV).
El libro de Zacarías termina con dos oráculos, (caps. 9-14). Los capítulos anteriores hablaban del comportamiento que Dios espera de su pueblo ya que Él vuelve a vivir entre ellos en el nuevo Templo que pronto estará acabado. Estos últimos capítulos se centran más bien en acontecimientos, en lo que sucederá ahora que Dios vuelve. Dios promete un final glorioso, pero solo llegará después de mucho sufrimiento. Habrá sufrimiento para el mundo entero, el pueblo de Dios, su Mesías, y para Dios mismo en el conflicto. Lo que tenemos aquí es escritura apocalíptica: habla del final de los tiempos de manera simbólica, utilizando imágenes familiares sacadas del presente o del pasado, para describir el conflicto entre el bien y el mal. Los eventos no vienen en orden cronológico, ni pretenden ser literales. Zacarías no nos da un orden de eventos, sino que presenta aspectos de la misma realidad vista de varios ángulos para crear una idea generalizada de sufrimiento y victoria. El conflicto final no es entre el actual Estado de Israel y las otras naciones, sino entre el pueblo de Dios y el resto del mundo.
El primer gran mensaje profético está en los capítulos 9 a 11. “Este es el mensaje del Señor contra la tierra de Aram y contra la ciudad de Damasco… la destrucción de Hamat está asegurada…” (9:1, 2). Sigue una lista de pueblos que han sido enemigos en el pasado, y de su derrota, concluyendo con la promesa: “Guardaré mi templo y lo protegeré de ejércitos invasores. Estoy vigilando de cerca para asegurar que nunca más los poderes extranjeros invadan la tierra de mi pueblo” (9:8). Notamos que los pueblos nombrados en esta lista son todos de menor importancia y de siglos anteriores. Figuran los filisteos que fueron dominados por el rey David en el siglo XI a. C. y Siria fue un problema en los siglos IX y VIII a. C. En la época en que escribe Zacarías no representaban ninguna amenaza para Israel. Están mencionados simbólicamente para decir que llegará un día en que ninguno de los enemigos de Dios, ni siquiera los más pequeños, molestará más al pueblo de Dios.
Hablando de los filisteos, dice que no todos serán destruidos: “Entonces los filisteos que sobrevivan adorarán a nuestro Dios y serán como un clan en Judá” (9:7). Los filisteos son un botón de muestra representando a los enemigos que no serán destruidos, sino que ¡se convertirán al Dios de Israel y serán aceptados como parte de Israel! Con el paso del tiempo muchos gentiles se convertirán al Señor Jesús y llegarán a formar parte del pueblo de Dios. Como dice el comentarista: “Al final se considerará pueblo de Dios a todo aquel que reconozca y ponga su confianza en el Dios de Israel, sea judío o gentil” (Zacarías, Barry Webb). Esta sección termina con Dios defendiendo su Templo: “Guardaré mi templo y lo protegeré” (9:8), simbolizando la victoria final para el pueblo de Dios. Así que, en este pasaje se prevé la extensión del evangelio por todo el mundo, en medio de mucho conflicto, el crecimiento del pueblo de Dios para incluir a muchos gentiles, y se les promete que Dios los guardará y les concederá su victoria al final. ¡Amén!