EL AYUNO SE CONVIERTE EN FIESTA

“Así ha dicho Jehová de los ejércitos: El ayuno del cuarto mes, y el ayuno del quinto, el ayuno del séptimo, y el ayuno del decimo, se convertirán para la casa de Judá en gozo y alegría, y en festivas solemnidades. Amad, pues, la verdad y la paz” (Zac. 8:18).
Viene el día cuando el ayuno acabará en banquete. El profeta ya está hablando del final del sufrimiento, de la pena y la tristeza, y del comienzo del gran Día del Señor, para los que aman su venida. Mucha gente fluirá a Jerusalén: “Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Aún vendrán pueblos, y habitantes de muchas ciudades; y vendrán los habitantes de una ciudad a otra, y dirán: Vamos a implorar el favor de Jehová, y a buscar a Jehová de los ejércitos. Yo también iré” (8:20, 21). Todas las naciones serán bendecidas a través de Israel, tal como Dios prometió a Abraham: “Serán benditas en ti todas las naciones de la tierra” (Gen. 12:3). Finalmente los judíos y los gentiles formarán un solo pueblo, el pueblo de los redimidos, la finalidad de la obra de Cristo en la cruz. Habitaremos en la Nueva Jerusalén: “Ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad. Y este será mi pacto con ellos, cuando yo quite sus pecados” (Romanos 11:25-27). (Ver Ap. 7:1-10; 21:1-4, 22-27). Como dijo Jesús a la mujer samaritana: “La salvación viene de los judíos”, ¡de Él mismo! (Juan 4:22), y después se hace extensivo a los gentiles.
Dios ha tenido una relación especial con Israel, pero nunca ha sido solo por amor a ellos, sino para que todas la naciones fuesen bendecidas por medio de ellos. (Y por eso Dios te ha bendecido a ti, para que otros fuesen bendecidos por medio de ti.). Ya estamos al final del Antiguo Testamento y se está abriendo camino al Nuevo: “En aquellos días acontecerá que diez hombres de las naciones de toda lengua tomarán del manto a un judío, diciendo: Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros” (8:23). Aquí tenemos a los gentiles cogiendo a un judío para subir a Jerusalén ¡para encontrar a Cristo!, como los magos (Mat. 2). Los cristianos tenemos al Dios de Israel. Su revelación a Israel por medio del Antiguo Testamento es para nosotros. ¡Si saltamos el Antiguo Testamento, nos falta tres cuartos de lo que Dios quiere que sepamos de Él! (Este es el problema con el cristianismo aguado de muchas iglesias hoy día: un concepto inadecuado de Dios).
¡Jesús es el judío al cual tenemos que agarrarnos para subir a Jerusalén! Los gentiles venimos a Dios por medio de Él. Él es “Dios con nosotros”, Emanuel. No hay salvación en ningún otro nombre (Hechos 4:12). El final de la historia termina en banquete en el Santo Monte de Dios (8:3): “Y Jehová de los ejércitos hará en este monte a todos los pueblos banquete de manjares suculentos, banquete de vinos refinados, de gruesos tuétanos, y de vinos purificados. Destruirá la muerte para siempre, y enjugará Jehová el Señor toda lágrima de todos los rostros; quitará la afrenta de su pueblo de toda la tierra; porque Jehová lo ha dicho. Y se dirá en aquel día: He aquí, éste es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará; éste es Jehová a quien hemos esperado, nos gozaremos y alegraremos en su salvación” (Is. 25:6, 8, 9).
El monte de Jehová de los ejércitos será llamado Monte de Santidad y lugar de banquete.