“Maravillosos son tus testimonios; por tanto, los ha guardado mi alma. La exposición de sus palabras alumbra; hace entender a los simples” (Salmo 119:129-130). “Sumamente pura es tu palabra; y la ama tu siervo. Pequeño soy yo, y desechado, mas no me he olvidado de tus mandamientos. Tu justicia es justicia eterna, y tu ley la verdad” (Salmo 119:140-142).
Los escritores del Nuevo Testamento amaban la Palabra de Dios. Estaban empapados de ella y sale en sus escritos. Muchos de los mandamientos que leemos en Levítico 19 están repetidos en el Nuevo Testamento, porque reflejan la voluntad de Dios que no ha cambiado con el paso de las dispensaciones. Vamos a mirar algunos:
“Santos seréis, porque santo soy yo Jehová vuestro Dios” (Lev. 19:2). “Sed santos, porque yo soy santo” (1 Pedro 1:16).
“Cada uno temerá a su madre y a su padre” (Lev. 19:3). “Honra a tu padre y a tu madre” (Mateo 19:19). “Honra a tu padre y a tu madre” (Ef. 6:2).
“No volveréis a los ídolos” (Lev. 19:4). “Hijitos, guardaos de los ídolos” (1 Jn. 5:21).
“Cuando siegues la mies… para el pobre y para el extranjero lo dejarás” (Lev. 19:10). “Compartiendo para las necesidades de los santos” (Rom. 12:13).
“No hurtaréis” (Lev. 19:11). “El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con su manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad” (Ef. 4: 28).
“Ni mentiréis el uno al otro” (Lev. 19:11). “No mentáis los unos a los otros” (Col 3:9).
“No juraréis falsamente por mi nombre” (Lev. 19:12). “No juréis en ninguna manera” (Mat. 5: 34).
“No andarás chismeando entre tu pueblo” (Lev. 19:16). “Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadores” (Tito 2: 3).
“No aborrecerás a tu hermano en tu corazón” (Lev. 19:17). “El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas” (1 Juan 2:9).
“No te vengarás” (Lev. 19:18). “No os venguéis vosotros mismos” (Rom. 12: 19).
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Lev. 19:18). “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mat. 19:19).
“No comeréis cosa alguna con sangre” (Lev. 19:26). “En cuanto a los gentiles que han creído, que se abstengan de lo sacrificado a ídolos, de sangre…” (Hechos 21:25).
No es una casualidad que casi toda la enseñanza de este capítulo de la ley está repetida en el Nuevo Testamento, porque Dios no ha cambiado. Sigue siendo su voluntad que sus hijos vivan una vida irreprensible en medio de una generación perversa, y que reflejen la justicia de Dios por medio de vidas justas. Y Levítico 19 es cómo Dios concibe una vida justa.