JESÚS NOS ENTIENDE (2)

   

“Por lo cual debería ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote… pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados” (Heb. 2:17, 18). “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.  Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Heb. 4:15, 16).

Lectura: Heb. 10:21-23.

Jesús fue el Hijo de Dios, Dios hecho hombre; se vistió de debilidad y fragilidad humana. Fue tentado a pecar, pero no pecó, porque escogió no pecar, lo mismo que tú y yo cuando vencimos la tentación. Él es nuestro ejemplo. Y ahora, en el cielo, Él ora por nosotros con comprensión y entendimiento simpático. Esto quiere decir que tiene la facultad de proyectar la propia personalidad en el objeto de la contemplación, en nosotros, para comprendernos. Debido al hecho de que Él mismo padeció siendo tentado, puede ayudar a los que son tentados, porque comprende cómo es la tentación, cómo uno puede ser confundido por la tentación, comprende el engaño de la tentación. ¡Y ciertamente necesitamos aquella ayuda! Se identifica con nosotros, entiende la dificultad, el poder y la sutileza de la tentación, y puede ayudarnos a no caer en nuestra hora de tentación, sino a vencer gloriosamente como Él venció, usando correctamente nuestro conocimiento de la Palabra de Dios. 

Por lo tanto, tenemos dos responsabilidades si vamos a vencer la tentación:

  1. Hemos de meditar en la Palabra de Dios hasta que entendamos cómo funciona la tentación, es decir, cómo pensamos que es el camino correcto cuando no lo es, cómo parece indicar algo bueno, cómo lo que promete nos atrae, y el poder de la fuerza de la tentación para persuadirnos. Hemos de meditar en los ejemplos de cuando el pueblo de Dios, u hombres de Dios, cayeron en la tentación, para aprender de sus errores.
  1. Hemos de acercarnos al trono de la gracia para recibir la ayuda, la iluminación, la fuerza, la inteligencia para no pecar. Hemos de poner lo que pensamos hacer delante del Señor y buscar su dirección, averiguar si es una tentación, o si es su voluntad. Hemos de recibir la profunda convicción de que en el cielo tenemos a Uno que nos entiende, que está de nuestra parte, y que nos dará la ayuda para vencer.  

“Por tanto, … despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe… Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar” (Heb. 12:1-3). Su humanidad nos inspira a seguir su ejemplo.

Copyright © 2024 Devocionales Margarita Burt, All rights reserved.