Lo que Dios desea es que desarrollemos una relación de amor con Él, en que le amemos con pasión, profundidad, inteligencia, y fuerza (Mat. 22:37), que es como Él nos ama a nosotros. Esta clase de amor conduce a una relación muy cercana con el Señor. Vamos a ver algunos ejemplos de hombres que caminaron con Dios en íntima comunión con Él.
Adán y Eva en el principio, antes de pecar: Dios creó al hombre para relacionarse con él. Se revelaba a él y buscaba comunión con él. Se ve que venía en forma de hombre para pasear con aquellos que había creado en medio de la hermosura del Huerto del Edén. Quería que ellos lo conociesen y que se relacionasen con Él: “Oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día” (Gen. 3:8), como todos los días, buscándolos para salir a pasear con Él, pero este día no hubo respuesta a su llamada, porque habían escuchado a otra voz que los alejó de Él.
Hay un himno que habla de la relación del hombre con Dios como un paseo con Él por la hermosura de su creación, cuando el hombre tiene la debida relación con Él:
MI DIOS Y YO
Mi Dios y yo paseamos por el hermoso prado juntos
Caminamos y hablamos como deben hacerlo los buenos amigos
Nos cogemos de la mano, nuestras voces resuenan con risas
Mi Dios y yo vamos juntos por el verdor de la pradera.
Me cuenta de los años que transcurrieron antes de que yo naciera
Cuando se hicieron planes en el cielo para que yo existiera
Cuando todo era solo un sueño de concepción borrosa
Para que yo viviese para ver el glorioso verdor de esta tierra.
Mi Dios y yo continuaremos para siempre juntos
Caminaremos y hablaremos como lo hacen los buenos amigos
Esta tierra pasará y con ella sus trivialidades comunes
Pero Dios y yo continuaremos andando juntos eternamente.
¿Lo puedes imaginar? ¿Lo deseas? Comunión, compañerismo, conversación y comunicación con Dios, motivado por el deseo de estar juntos, y por el amor mutuo. ¿Esto despierta una añoranza dentro de ti?
Enoc. “Y caminó Enoc con Dios, después que engendró a Matusalén, trescientos años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días de Enoc trescientos sesenta y cinco años. Caminó, pues Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios” (Gen. 5: 22-24). Se cuenta la historia de que Dios lo venía a buscar cada día a pasear con él, y cada día caminaban un poco más lejos hasta que un día caminaban tan lejos que Dios le dijo a Enoc: “Hoy hemos caminado tan lejos que estamos más cerca de mi casa que de la tuya, vamos, pues a la mía”, y Dios se lo llevó a Casa.
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