“Aconteció que, estando Jesús junto al lago de Genesaret, el gentío se agolpaba sobre él para oír la palabra de Dios” (Lucas 5:1).
Lectura: Lucas 5:1-6.
Celebramos el que la gente estaba animada para oír la palabra de Dios, pero con todos apretujándolo, era muy difícil para Jesús enseñar. Vio que había dos barcas cerca y pensó en una solución. Podría enseñar desde una barca y la gente así mantendría su distancia y podría escuchar la palabra en tranquilidad. Buena idea. La barca que eligió era de un tal Simón Pedro que estaba lavando la red después de una noche de no coger nada, solo algas. El Señor le pidió que apartase su barca un poco de la orilla, así que Simón escuchó a Jesús desde la barca.
Cuando el Señor terminó de hablar le dijo a Simón que llevase la barca hacia aguas más profundas para pescar. Simón le dijo que había pescado toda la noche y no había cogido nada, pero, como era Jesús quien se lo mandó, lo haría. Se ve que Jesús quería recompensarlo por haberle dejado su barca. No lo pagaría con dinero, sino con un trabajo provechoso. Jesús no nos utiliza sin darnos una recompensa. Simón, por su parte, había quedado tan impresionado por la palabra del Señor que estaba dispuesto a volver a pescar aun cuando sabía que era imposible coger nada. Jesús vio en Simón un buen candidato para ser discípulo suyo. Era temeroso de Dios, dejaba sus posesiones a Jesús, escuchaba la Palabra con fe, era obediente, y era muy trabajador.
Claro, lo que Jesús le pidió hacer era imposible. No había peces. Ya lo había probado. Pescar prometía ser una pérdida de tiempo, frustrante, e ineficaz, pero Pedro lo hizo, solo porque Jesús se lo había pedido. ¿El Señor te ha pedido hacer algo que sabes que no puede dar ningún fruto, que es imposible que funcione? Lo sabes por experiencia. Ya lo has intentado. Jesús está pidiendo lo imposible, pero como has escuchado su voz y su enseñanza te convence, confías en él y te embarcas en misión imposible. Y, ¡sorpresa de sorpresas!, aquello da un buenísimo resultado contra todo pronóstico. ¡Funciona! Y aprendes una lección muy importante de la vida espiritual: cuando el Señor te manda hacer algo, y lo haces con fe en que él sabe lo que pide, aquello funciona. Da un resultado milagroso. María es otro ejemplo. En la boda de Caná dijo a los criados que hiciesen lo que Jesús mandara (Juan 2:5), lo hicieron y el resultado fue milagroso; el agua se convirtió en vino de la mejor calidad. La frustración se convirtió en gozo.
Haz lo que el Señor te pida. Aun si sabes que será malgastar el tiempo y la energía, y que no dará ningún fruto. Hazlo con fe en él, y verás que, cuando él te manda hacer algo y lo haces con fe en su palabra, el resultado es maravilloso. Jesús no funciona con sentido común, sino con conocimiento divino. Cuando el Señor nos manda hacer lo imposible, resulta ser milagroso.
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