PODEROSO PASTOR

 

“He aquí que Jehová el Señor vendrá con poder, y su brazo señoreará: he aquí que su recompensa viene con él, y su paga delante de su rostro. Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas” (Is. 40:11).
 
Lectura: Is. 40:1-11.
 
El consuelo de Sion es que su Pastor ha venido: “Consolaos, consolaos, pueblo mío, dice vuestro Dios”. “He aquí que Jehová el Señor vendrá con poder, y su brazo señoreará; he aquí que su recompensa viene con él, y su paga delante de su rostro. Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas” (40:1 y 10, 11). Su guerra se ha terminado; la cautividad ha llegado a su fin, el tiempo de servidumbre se ha acabado: “Hablad al corazón de Jerusalén; decidle a voces que su tiempo es ya cumplido, que su pecado es perdonado” (40:2). Hay que clamar a voces en el desierto que la vida viene, ha venido y vendrá el Mesías de Dios. Nuestro cometido es recibirlo y prepararle el camino para que llegue a otras vidas: “Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová” (40:3). La vida es breve y los únicos que superarán el paso del tiempo son los que viven según la eterna Palabra de Dios: “La hierba se seca, y la flor se marchita…mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre” (40:7, 8). Ellos participarán de su eternidad porque la encarnan.
 
El que llega en cumplimiento a la profecía es mucho más que lo que esperaba Israel. Esperaba a un Mesías humano, un ser como ellos, pero no habría sido suficiente. El que ha venido es Dios. Juan el Bautista preparó camino a Jehová; enderezó calzada en la soledad a nuestro Dios (40:3). Lo que tuvo que anunciar desde el monte alto era: “Ved aquí al Dios vuestro” (40:9). ¡Maravilloso evangelio! ¡Dios viene a salvar a su pueblo!
 
¿Y qué viene a realizar con tanto poder? ¿A montar una guerra? ¿A hacer tambalear imperios? ¿A conquistar el mal?  No. Viene para pastorear. No es un militante, ni un emperador, sino un poderosísimo Pastor.  Un pastor debilucho no nos sirve porque el león rugiente es muy potente y ya nos tenía en sus fauces. Hizo falta luchar en combate hasta la muerte para nuestro rescate. Y después de arrancarnos de la muerte con su fuerza nos pastorea con infinita ternura. Lleva en su brazo a los corderos, y en su seno los llevará. Pastorea suavemente a las recién paridas. ¡Es un Sansón con un corderito en brazos! Es Dios omnipotente llevándote junto a su seno, cerca de su corazón, con toda la ternura del mundo, teniendo en cuenta tu condición, derramando amor y compasión sobre ti. Estás muy recogida, y nadie ni nada puede arrancarte de sus brazos. ¡Alabad a este Dios que vino! 


 
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