SEGUROS EN EL CAMINO, un cuento para niños (1)

 

“Y habrá allí calzada y camino, y será llamado Camino de Santidad; no pasará inmundo por él, sino que él mismo estará con ellos; el que anduviere en este camino, por torpe que sea, no se extraviará. No habrá allí león, ni fiera subirá por él, ni allí se hallará, para que caminen los redimidos” (Isaías 35:8, 9).
 
Este es el cuento de una niña de unos nueve o diez años. Esta niña estaba muy contenta porque ya podía volver sola del colegio. Sus padres se fiaban de ella porque era prudente y usaba la cabeza. Pero ellos no sabían que el primer día de volver a casa sola le iba a pasar una cosa peligrosa. Nuestra amiga la niña andaba muy contenta cuando, de repente, ¡le salió un hombre a su encuentro! Estaba vestido de negro y le dijo, “Hola, guapa. Tienes unos ojos muy bonitos, y le echó una sonrisa muy grande. ¿Sabes una cosa? Yo soy el dueño de una tienda de caramelos y chocolates y donuts y helados, y de todas las cosas que les gustan a los niños. ¿Quieres que te dé un vale para que compres lo que quieras? La tienda está aquí cerca en la otra calle. Ven conmigo y te acompaño”. La niña se lo estaba pensando. Ya era la hora de la merienda y tenía un poco de hambre. Le gustaban mucho los caramelos. ¡En este mismo momento pasó una paloma blanca volando muy cerca! Miró fijamente a la niña y sacudió la cabeza. Levantó un ala y la movió de un lado a otro. “Qué raro”, pensó la niña, “parece que me está diciendo que no”. Se lo pensó y dijo al hombre de negro: “Mi madre me dijo que no vaya con extraños. Tengo que ir por mi camino. Adiós”. Y siguió caminando.
 
Ya estaba en la parte del camino con muchos árboles y arbustos y alguna casa particular. Estaba mirando a un arbusto con muchas flores cuando, ¿quién salió de detrás del arbusto? ¡El mismo hombre vestido de negro! “Hola, mi niña; se me olvidó decirte una cosa. Esta tarde hay una gran fiesta muy cerca de aquí. Vienen muchos niños un poco más mayores que tú. Pondrán una música tope guay que te gustará y habrá baile toda la noche, y juegos, y muchas cosas divertidas. Te lo pasarás bomba. ¿Te llevo?”. Nada más terminar de hablar este hombre, justo detrás de él, la niña vio la paloma blanca posada en la rama de un árbol. ¡La paloma la miró y se levantó las alas a la cabeza! Luego se puso patas arriba en la rama y dejó caer las alas como si estuviese muerto. La niña sonrió. Pensaba que era un show hasta que el pajarito levantó una pata y señaló que no, no, no. La niña entendió. “Me dice que no. Que no vaya. La paloma quiere ser mi amiga. Le voy a hacer caso”. Y le dijo al hombre, “No puedo ir a esta fiesta. Tengo otras cosas que hacer”, y continuó por su camino, el camino a su casa. Tenía una casa bonita y su madre le estaba esperando.
 
Ya faltaba muy poco para llegar. Solo unas tiendas más y llegaría. Una de estas tiendas era su favorita. Es donde su madre a veces le compraba patatas fritas, o ganchitos, o una Coca Cola. Estaba mirando el escaparate ¡cuando vio el mismo hombre de negro en la puerta! “¿Quién es este hombre? Siempre me está molestando”, pensó. El hombre le saludó con una voz muy bonita, “Oye, preciosa, ¿quieres entrar en esta tienda? Te puedo dejar un poco de dinero para que compres lo que quieras. ¿Te gustan los pastelitos de chocolate? Cómprate algo y luego vienes conmigo, porque te tengo que enseñar una cosa”.  La niña levantó la cabeza, ¡y allí parada en una lámpara encima de la puerta de la tienda estaba su amiga la paloma! Parecía muy molesta. Se puso nerviosa y agitaba las alas. Miró a la niña fijamente y sacudió la cabeza. Cubrió sus ojos con las alas y agachó la cabeza. “Mi amiga me está advirtiendo”, pensó la niña. “El hombre este será malo”. Le dijo: “Mi madre me está esperando. Tengo que irme”, y salió corriendo. Delante de ella voló la paloma. Hizo unos círculos de contenta en el aire. Subió muy alto y luego bajó muy cerca de ella, subió otra vez, y desapareció en las nubes. La niña le dijo adiós con la mano. “Creo que la veré más veces, pensó la niña, siempre que la necesite. Ya tengo una buena amiga”.


 
   Copyright © 2024 Devocionales Margarita Burt, All rights reserved.