MAS YO (1)

   

“Mas yo estoy lleno de poder del Espíritu de Jehová, y de juicio y de fuerza, para denunciar a Jacob su rebelión, y a Israel su pecado” (Miqueas 3:8). 
“Mas yo a Jehová miraré, esperaré al Dios de mi salvación; el Dios mío me oirá” (Miqueas 7:7).
 
Lectura: Miqueas 3:5-8 y 7:1-7.
 
El profeta Miqueas lo estaba pasando muy mal. Su profecía empieza declarando el juicio de Dios contra Samaria, capital del reino del norte, y contra Jerusalén, la capital del Reino del Sur, por su pecado. Su reacción personal es una de profundo dolor a lo que va a pasar a su nación por su iniquidad: «Por esto lamentaré y aullaré, y andaré despojado y desnudo… porque su llaga es dolorosa» (1:8, 9). En el capítulo 2 el profeta denuncia el pecado que ha traído el juicio, a saber, la opresión de los pobres, la injusticia contra mujeres y niños indefensos. El capítulo 3 acusa a los gobernantes por pervertir la justicia, a los profetas por engañar al pueblo y a los sacerdotes por trabajar por dinero: «Sus jefes juzgan por cohecho, y sus sacerdotes enseñan por precio, y sus profetas adivinan por dinero; y se apoyan en Jehová, diciendo: ¿No está Jehová entre nosotros? No vendrá mal sobre nosotros» (3:11).
 
Frente a este panorama, ¿cómo responde el profeta Miqueas? No se calla. «Mas yo estoy lleno de poder del Espíritu de Jehová, y de juicio y de fuerza, para denunciar a Jacob su rebelión, y a Israel su pecado» (3:8).
 
El capítulo 4 promete restauración, y el capítulo 5 profetiza liberación, como un paréntesis en medio de un libro que habla de pecado y juicio. Viene como una preciosa revelación del carácter de Dios que se acuerda de la misericordia en medio de ejecutar su ira. Los capítulos 6 y 7 vuelven al tema del juicio que vendrá sobre Israel. Una vez más, en medio de un panorama desolador, el profeta reacciona. Esta vez se humilla para recibir el justo castigo de Dios que caerá sobre su pueblo. «Mas yo a Jehová miraré, esperaré al Dios de mi salvación; el Dios mío me oirá» (7:7). Sigue diciendo: «Tú, enemiga mía, no te alegres de mí, porque, aunque caí, me levantaré; aunque more en tinieblas, Jehová será mi luz. La ira de Jehová soportaré, porque pequé contra él, hasta que juzgue mi causa y haga mi justicia; él me sacará a luz; veré su justicia» (7:8, 9).       
 
El libro termina con estas hermosas palabras, expresando la fe del profeta, y, a la vez, revelando la naturaleza de Dios: «¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia. El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados. Cumplirás la verdad a Jacob, y a Abraham la misericordia, que juraste a nuestros padres desde tiempos antiguos» (7:18-20). 
 
En cuanto a ti, y en cuanto a mí, ¿cómo respondemos frente a lo que tenemos que vivir? ¿Qué creeremos que Dios hará por nosotros debido a su gran fidelidad?
 

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